De amor y de política, un poco como lo ha hecho la mayoría de los cantautores españoles que han sido populares por estas tierras: de Serrat a Sabina. Ismael Serrano sabe conjugar ese estilo, y además convertir el amor en una política y viceversa. Esta noche, desde las 21, se presentará en el estadio polideportivo y allí recorrerá los grandes hits de su carrera a la par de Acuérdate de vivir, su nuevo álbum.
Tras seis funciones a sala llena en el Gran Rex -donde se agregó una séptima- Serrano comienza a demostrar su capacidad de convocatoria. Ya pasado el tiempo de la novedad y de los públicos que se acercan para curiosear, se podría decir que existe un público-serrano, que sabe apreciar la buena mezcla de sinceridad y ternura que irradian sus canciones.
En este último álbum, Serrano profundiza algunos de los temas que se han convertido en obsesiones: el amor, el desamor, los desencuentros sentimentales, sobre todo. Para el artista, uno de los grandes conflictos de este tiempo es que, pese a la enorme cantidad de medios de comunicación existentes, la gente parece más recluida en una desconfianza patológica. Territorio más que fértil para el creador de canciones.
Quienes han visto a Serrano, además, saben que entre tema y tema suele charla con el público -bastante- y arrojar una serie de singulares acotaciones sobre el mundo actual. Muy crítico con su patria, su punto de vista nos permite conocer una Europa que no es la soberbia habitual, sino la culposa y dolida de los pecados cometidos. Y tiempo para la charla se destina: en el Rex ha hecho 26 temas.
Si bien hay zonas del estadio que han quedado agotadas, todavía hay entradas para la presentación de Acuérdate de vivir. Tal vez Serrano sea el último representante de una canción romántica que no apela al paternalismo o la ramplonería, como es el caso de Ricardo Arjona. Con criterio, borda el lenguaje de los cuerpos y los convierte en significado. Un buen artista.
