El violeta se tiñó de verde: la quinta marcha del “Ni Una Menos” cambió de color. Donde antes abundaba el violeta, color emblema de la lucha contra la violencia machista -de la cual el femicidio y el travesticidio son la última instancia-, se impusieron los pañuelos y los carteles verdes. El repertorio de los cánticos también se adaptó: “¡Queremos en las farmacias misoprostol!”
“No solo es importante, es urgente, y vamos a luchar por la legalización del aborto en cada ocasión”, resumió a LPO una joven de 24 años a LPO con una mejilla con purpurina violeta y en la otra, verde.
En efecto, en un acto en la Plaza de Mayo con consignas variopintas que iban desde el repudio a la deuda externa a la opresión de los pueblos originarios, la legalización del aborto fue la única consigna que despertó una ovación entre las asistentes, casi con la misma fuerza fue aplaudida la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral.
“Vivas, libres y desendeudadas nos queremos”, fue el lema de esta convocatoria que no quedó ajena a la crisis económica.
El paisaje también cambió: la primera marcha del “Ni Una Menos” fue masiva, con familias completas y varones que acompañaban a compañeras, hijas y hermanas. Hoy la convocatoria también fue numerosa -en especial en la concentración frente al Congreso-, pero mermada en comparación a lo que fue en 2015, incluso menor que la que generó la semana pasada la presentación del nuevo proyecto de ley de despenalización del aborto.
Tal vez parte de la merma que se vio en la calle no fue en sí por menos apoyo, sino que obedeció a que este 3 de junio la marcha se dividió en cuatro convocatorias distintas: la primera a partir de las 15 horas por la agrupación Barrios de Pie y Ni Una Menos, otra de ATE y la CGT en Avenida de Mayo y Sáenz Peña, una tercera y más voluminosa en las inmediaciones del Congreso para marchar a Plaza de Mayo y a las 18 horas la última convocada por el partido GEN.
En el resto del país las marchas se replicaron por todo el territorio: Córdoba, Tucumán, Bariloche, Rosario y Mendoza fueron algunas de las ciudades que se tiñeron de verde y violeta.
Esta tarde la concurrencia fue mayoritariamente femenina y de mujeres más bien jóvenes -las mayores de 35 sí llevaban sus insignias violetas-, incluso nenas que marchaban con la bandera del centro de estudiantes de su escuela.
“Lo hablamos en el aula y ellos entienden que la forma de acompañarnos en esta lucha es dar un paso al costado”, contó una de las más jóvenes de la marcha a LPO.
Sería injusto decir que hoy no hubo familias. Sí se vieron madres e hijas. Pero no con la intensidad de aquella marcha de riguroso luto y paraguas de 2016.
“La que estuvo realmente buena fue la del 8M”, comentó a LPO otra adolescente. Efectivamente, la marcha por el día de la mujer colapsó la Ciudad toda la jornada. El “Ni Una Menos” de hoy llegó al acto en la Plaza de Mayo con gente sobre la Avenida de Mayo entre Bolívar y Chacabuco.
No todas las asistentes estaban contentas con este giro de la lucha feminista. No faltaron las que se quejaron del feminismo mainstream que hoy lleva la batuta verde y reclamaron por volver a combatir la expropiación patriarcal del deseo y la voluntad de las mujeres en un sentido amplio, y no solo respecto de la decisión de maternar.
Sin embargo, pese a las diferencias y la convocatoria fragmentada, en la marcha del “Ni Una Menos”, había un “Nosotras” consolidado. Donde antes reinaban las terceras personas: “Matan a una mujer cada 28”, hoy la elección de palabras mutó a la primera persona: “Nos siguen matando y no podemos bajar los brazos”.
Que el violeta que fue emblema de la primera marcha en 2015 hoy haya quedado relegado a frente al verde no quiere decir que el reclamo contra las muchas formas de violencia machista sea cosa del pasado: el lamentable conteo que indica que en este país muere una mujer por cuestiones de género cada aproximadamente 30 horas sigue intacto y cada uno de los grupos de manifestantes con las que conversó LPO lo mencionó. El repudio y la indignación también están intactos.
Más temprano, a primera hora de la tarde en la vereda del Congreso junto al cordón, los organizadoras habían dispuesto pares de sandalias, botas y zapatos junto con un lazo rosado para poner en primera fila a las que ya no están: en 2018, de acuerdo a los datos de la Oficina de la Mujer de la Suprema Corte de Justicia hubo 255 femicidios, cuatro travesticidios y 23 femicidios vinculados -familiares asesinados en ocasión de un femicidio-.
“Este 2019 son 133 el número de mujeres muertas por el sólo hecho de serlo. Y 35 los travestivicidios y transfemicidios”, destacó la organización en un comunicado.
Fuente: La política Online