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Monseñor Marino ordenó dos nuevos sacerdotes

Padres Sebastián y CristianSe trata de Cristian Basterrechea y Sebastián Vercellone, quienes fueron ordenados sacerdotes en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Nueva Pompeya. La misa fue presidida por monseñor Antonio Marino y concelebrada por decenas de sacerdotes y la participación de cientos de fieles de toda la diócesis. El padre Cristian será vicario de la parroquia Cristo Rey, mientras que el presbítero Sebastián hará lo propio en la comunidad de Asunción de la Santísima Virgen.

Durante su homilía, monseñor Marino destacó frente a los ordenandos “la grandeza del don y la conciencia de la misión a la cual son llamados, que vuelve comprensibles los respectivos lemas que han elegido para iluminar el camino de vida sacerdotal que hoy comienzan. Uno y otro coinciden en la alegría como experiencia personal ante el don y como misión recibida ante los hombres: ‘Grita de alegría’ (Sof 3,14) y ‘Alégrense siempre en el Señor’ (Flp 4,4)”.

Seguidamente, el obispo reflexionó que “nuestro mundo tiene necesidad de recibir de nuestra parte un testimonio de alegría y ustedes desde hoy están llamados a ser, en forma especial, sus servidores. Pero no se trata de cualquier alegría, sino de aquella que procede del Señor como de su fuente y sólo se experimenta en el encuentro con Él. Aun valorando toda legítima alegría humana, sabemos que la alegría que más necesita el mundo es aquella que se nutre de esperanza y es capaz de perdurar en medio de cualquier prueba (cf. Rom 12,12)”.

Monseñor Marino dio un mensaje a los nuevos sacerdotes, asegurando que “hoy la Iglesia diocesana les pide que quieran dar siempre testimonio de esta alegría ante sus hermanos, en especial los más necesitados y dolientes, mientras peregrinamos en este ‘valle de lágrimas’. ¡Vuelvan con frecuencia, por favor, a meditar sobre los lemas elegidos hasta entenderlos en su profundidad! Será tarea de una vida, bajo la acción secreta del Espíritu de Cristo”.

La celebración se llevó a cabo el durante la fiesta de la Virgen, bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe. Al respecto, monseñor Marino resaltó “que así como al indio San Juan Diego, ella también nos dice con maternal ternura: ‘Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón, no te inquiete cosa alguna. ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No estás por ventura en mi regazo?’ (Del Nicán Mopohua)”.

Por último, el obispo recordó además que “los he recibido en el Seminario San José de La Plata y por más de cuatro años los he acompañado. Hoy me toca ordenarlos como presbíteros”.