Arte y Cultura, Teatro

Mar del Plata, la cuna de Fátima Florez y Ariel Tarico: así nació un duo desopilante

Fue Nelson Castro, Ricardo Fort, Néstor Kirchner. Fue Reutemann, Lanata, Hugo Moyano. Hoy es Ariel Tarico, un tipo serio que habla poco y casi no sonríe. Pero que sabe lo que quiere y va por eso sin dudarlo. A los 34 años -casado, con dos hijos- decidió dejar la tele y la radio. Se fue de gira con Fátima Florez y está en pleno proceso de reacomodamiento profesional.

-¿Por qué decidiste sumarte a Fátima es mágica? Siempre hiciste tu propio espectáculo…

-Estuve diez años produciendo mi propio espectáculo. Hice Cazuela de Taricos, elMultipersonal y también, con David Rottemberg hicimos dos espectáculos. Pero tenía la necesidad de sacarme la mochila de la producción. Yo hacía todo: escribía, actuaba, me encargaba de la prensa… Era como que estaba yo todo el tiempo.

-¿Y por qué hacías todo vos? ¿No confiabas en nadie? ¿Te costaba delegar?

-Soy medio desconfiado pero también me había armado mi propio equipo y me animé. En ese momento, tenía el apoyo que era la radio. Mitre y La 100 siempre fueron grandes difusores de mis espectáculos. Y fue algo muy loco porque sólo con la radio tuve la posibilidad de recorrer casi todo el país. Actuar en Entre Ríos, Tucumán, Tierra del fuego… El público que iba al teatro, era el que me escuchaba en la radio. Incluso me sucedían cosas muy extrañas.

-¿Qué cosas?

-Gente que al final de la función, me decía: “Y yo soy de acá pero nunca vine al teatro. Vengo porque te escucho en la fábrica mientras laburo”.

-Sin embargo, ahora estás alejado de la radio.

-Necesitaba hacer otra cosa, quería que me conozca otro público. Yo venía haciendo mucho monólogo y stand up solo.

-¿Necesitás interactuar con otro actor?

-Sí, pero también otras cosas, por ejemplo, en el espectáculo de Fátima yo entro caracterizado con el personaje y lo tengo que sostener un tiempo. Antes hacía dos minutos de imitación y lo mezclaba con otro. Ahora entro como Luis Ventura y tengo que hacer todo un sketch, donde interactúo con Fátima. Era otro desafío, por eso me interesó y dije sí, lo quiero hacer.

-¿Cómo te convocaron?

-Veníamos de cruzarnos en cenas con otros colegas. O ella venía a ver mi show y yo iba a ver el de ella. En esos encuentros siempre surgía la conversación de que teníamos que hacer algo juntos y se empezó a generar un ida y vuelta. Tanto ella como el marido fueron siempre muy cálidos conmigo. Nunca tuvimos ningún problema.

“Me cansé del laburo diario de la radio” Crédito: Victoria Gesualdi /AFV

-No te vio como competencia, sino como algo para sumar.

-Sí, sí. La primera vez que me lo dijeron fue en Mar del Plata, yo medio que tenía miedo… Y al año siguiente fue mas concreta la propuesta porque ya venía armada, el espectáculo ya tenía un nombre. Necesitaban que yo me sume en algunos sketchs y, bueno, como ya estaba más cerradito, más concreto, me animé.

-Ellos ya lo tenían armado y te pidieron que te sumes, ¿no pudiste proponer nada?

-En realidad, sobre lo que ellos me pidieron, yo me escribí algunas cosas y lo armamos así, entre los dos.

-¿Qué personajes querían?

-Luis Ventura, Carlos Tévez y Mauricio Macri. Necesitaban renovar un poco lo que venían haciendo. Ellos venían de hacer una misma estructura, un mismo estilo de espectáculo y esta es la primera vez que se animan a algo más, a algo diferente. El hecho de que Fátima interactúe conmigo, que esté el mago Emanuel… Fue un desafío para todos. Y también para muchos que veníamos de hacer espectáculos solos y encabezar. Fue guardar un poquito el ego, compartir cartel e ir todos para adelante y para el mismo lado.

-¿Que tiren todos para el mismo lado se dio naturalmente?

-Sí, cada vez que tenemos un intercambio de ideas, lo charlamos aparte en el camarín. Yo soy de agregar cosas al libreto. Cosas de actualidad o cuestiones del momento.

-¿Y a ellos no les gustaba?

-A veces me decían que estaba bueno; otras que tenía que corregir alguna cosa, pero se generó una confianza mutua y ahora nos podemos decir las cosas. Con el que más hablo es con Norberto, el marido de Fátima. Ella se pone al hombro toda la obra, porque no es solamente que actúa conmigo, tiene su parte donde canta, baila. Toda la energía del espectáculo la maneja ella. Es mucho el desgaste que hace sobre el escenario.

-¿Te gusta? ¿La admirás?

-Sí, ella se entrega mucho al público. A veces nosotros le decimos que baje un cambio…

-¿Para tanto?

-Sí, este verano, hacíamos dos funciones, de martes a domingos, era una locura. Y un día, ya para el final, me dijo: “Tengo ganas de hacer otra función”. No, pará, relajate. Yo trato de sugerirle algunas cosas pero, bueno, ella tiene su forma de laburar. Es intensa en ese sentido.

-Quizás porque todo le costó mucho y siente que si no da todo, no sirve.

-Además, en este medio y en este rubro, es complicado para una mujer. Casi no hay imitadoras y tampoco capocómicas que encabecen un espectáculo. Es muy difícil que confíen.

-Antes de conocer a Fátima, ¿qué pensabas de las mujeres imitadoras?

-Nunca tuve problema. Siempre admiré a los que hacían esto en general, tanto hombres como mujeres. Veía a Edda Díaz imitando a China Zorrilla y me encantaba, por ejemplo.

Los cómicos somos los más maltratados del medio

-¿Te acordás cuál fue el primero imitador que te llamó la atención?

-Me acuerdo que veía Badia y compañía. Me acuerdo de ser muy chico, tener 3 años y ver televisión. Había un televisor rojo en mi casa, veía tele en blanco y negro y me fascinaban Lambetain, Paolo el rockero… Siempre esperaba los segmentos de humor. También me gustaba mucho Nito Artaza, cuando hizo Bocanitos de Artaza. Era muy fan.

-Era la época de Mario Sapag.

-No me gustaba tanto el estilo de Sapag. Me gustaba más Nito porque tenía como un desparpajo. También me gustaba Miguel Angel Rodríguez cuando empezó a hacer las primeras caracterizaciones en VideoMatch. Yo estaba en la secundaria y lo copiaba.

-Antes de alejarte de la radio, ¿qué fue lo último que hiciste?

-Un programa en radio El mundo, fue mi primer programa propio. Después estuve un año en Radio Rivadavia, con el Rifle Varela. Ahora laburo para Aire de Santa Fe, la emisora número uno de mi ciudad. Lo hago por teléfono o mandando mensajes de WhatsApp y colaboro también para Radio 2 y para Cadena 3, con Mario Pereyra. Me divierte esto de mandar personajes por WhatsApp y que lo pasen al aire.

-¿No te da ganas de ir personalmente a la radio?

-No, me cansé un poco del laburo diario. Ya no podía generar un clima de diversión. De golpe se me hizo como un laburo de oficina. Entonces, con esto me redescubrí. Pasa algo de actualidad y les mando un mensaje imitando a Macri, por ejemplo.

-En un programa tenés que esperar tu momento, bancarte una entrevista de economía y siempre meten al humorista como…

-…como relleno, sí. Eso me cansó un poco. Entonces empecé a investigar cuando hice el programa en El mundo. Esa fue una experiencia diferente. Me corrí un poco del rol de cómico y me gustó entrevistar a un actor, a un economista, a un músico.

-¿Lo supiste hacer?

-Tuve esta cosa de prueba y error, de lidiar con la producción. Empecé a entender cuando ciertos conductores con los que yo laburaba se enojaban o peleaban por algunas cosas. En el rol del conductor te sentís muy expuesto y entonces estuvo bueno porque me sentí incómodo un par de veces.

-¿Te enojabas?

-Sí, me he enojado un par de veces, pero bien, lo he charlado. Está bueno plantear cosas, discutir, tener una producción con la que puedas hablar, que no estén todos de acuerdo y te digan “sí, sí, sí”. Eso era lo peor que yo veía en algunos conductores, esto de que agachaban la cabeza los productores, no le decían nada y no le discutían. Me parece que está bueno cuando podés tener un intercambio.

-Vos siempre fuiste muy callado…

-Siempre fui medio tímido, pero ahora empecé a sacar más cosas para afuera.

-¿Qué fue lo que te animó a ir a hacer temporada en Carlos Paz?

-Quizás la onda, el clima. Córdoba es un país aparte y me pude reencontrar con un montón de colegas que hacía rato no veía. Compartí momentos de distensión por fuera de lo que es el laburo. Intercambiamos anécdotas, hicimos catarsis. Es cierto que por ahí los cómicos somos los más maltratados del medio. Tenemos una carga doble, si falla algo, te retan mal.

-No te permiten estar de mal humor, por ejemplo.

-Lo que pasa es que siempre te asocian con un momento agradable, entonces quizás en la calle se llevan una decepción porque no sos el mismo que los hace reír en la radio.

-¿Te pasó?

-Me ha pasado. Al principio me daba pudor que me reconozcan. Me cruzaban en la calle y me preguntaban si yo era Tarico y yo les decía: “¡No!” “¿En serio no sos? Sos parecido”. “Sí, me confunden mucho”. Por Twitter me han puesto: “Che, te crucé en la calle y me saludaste mal”. Ahora estoy más distendido y además esta bueno porque vienen con el celu y te dicen que les grabe un saludo a la vieja o la tía, es lindo.

-¿Mandás audios de WhatsApp divertidos, pero no por trabajo?

-Sí. tenemos un grupo con Pato Benegas, Fernando Samartín y Mauricio Jortack. Muchas veces hay cosas que tiramos ahí que son el germen de otras que después salen al aire. Es como que en ese grupo va todo el humor incorrecto.

-Vos nunca fuiste muy incorrecto, ¿no?

-No, no.

-Sos un chico católico y correcto de Santa Fe.

-Soy bautizado, pero no hice la comunión. Ese fue mi primer acto de rebeldía. Mi familia era tranquila, pero mantenía distancia con la Iglesia y con el peronismo. Santa Fe siempre fue una ciudad conservadora. Muy del silencio, del silencio cómplice, pero después se fue animando. Cuando yo empecé a hacer radio allá, de a poco fue habiendo otras propuestas.

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“En la calle se llevan una decepción porque no sos el mismo que los hace reír en la radio” Crédito: Victoria Gesualdi /AFV

-¿Cuándo sentiste la necesidad de venir a Buenos Aires?

-Cuando había conseguido un trabajo fijo en Santa Fe. Estaba laburando bien, en un programa de la segunda mañana, en una de las principales radios y estaba estudiando locución. También había empezado a hacer alguno shows. Estaba instalándome, encaminado y ahí sentí la necesidad de ir por más. Ya había conseguido lo que quería en mi ciudad. La mía no es la historia triste del pibe de Santa Fe que no era reconocido y se tuvo que ir a buscar suerte. No fue así.

-Te podrías haber quedado tranquilamente, pero te arriesgaste…

-Decidí arriesgar.

-¿Cuántos años tenías?

-Tenía 19 cuando me instalé, pero a los 18 ya había empezado a colaborar en Radio Rivadavia, con Héctor Larrea.

-¿Larrea fue el primero que te dio la oportunidad?

-Me recibió en Rapidísimo y me hizo una prueba de dos semanas.

-¿Cómo fue?

-El columnista de espectáculos, Jorge Baccaro, me escuchaba y un día le hizo escuchar a Larrea lo que yo hacía. Héctor se entusiasmó y se lo hizo escuchar a Marchetti, el guionista. Entonces me preguntó si me animaba a ir a Buenos Aires y hacer una prueba. Era febrero de 2003, empezaba la campaña presidencial y yo imitaba a Néstor Kirchner.

-¡Le debés bastante a Kirchner!

-Claro, la década ganada.

-Y después te fuiste a trabajar a Radio Mitre…

-A mí me tocó una etapa de mucho cambio. Pasé de Néstor Ibarra a Lalo Mir; de Magdalena [Ruiz Guiñazú] a Pettinato. Toda una mezcla.

-¿Vos siempre eras el mismo?

-Sí, yo trataba de adaptarme a cada conductor.

-¿Ellos se metían con tu laburo?

-Tuve la suerte de que siempre laburé en equipo ahí. Con David Rottemberg, Demetrio López y Demian Sterman. Después seguí con Esteban D´Aranno, Gabriel Acosta… Tuve varios guionistas. De hecho lo que hicimos con Nelson Castro en TN, empezó en la radio, jugando. Yo armaba mis cosas con D´Aranno y Nelson se sorprendía al aire. Él no sabia lo que le íbamos a decir.

-¿Por qué te fuiste de TN?

-Porque el ciclo de Nelson terminó y yo justo empezaba con Fátima en Carlos Paz. Ahí aproveché y cerramos una etapa. Me parecía que ya estaba.

-¿No te quisieron conservar en el canal más allá del programa de Nelson Castro?

-Sí, ahora voy a volver una vez por semana. Voy a estar en A dos voces, con Marcelo Bonelli haciendo un cierre humorístico, con otros personajes y también estamos charlando para desarrollar algunos segmentos de humor, como programitas para el fin de semana.

-¿No vas a seguir haciendo a Nelson Castro?

-No, no, se fue de gira el personaje. Lo hago cuando me lo piden para el teatro o para algún evento.

-¿Hay algún personaje que no quieras hacer más?

-No, incluso los muertos a veces vuelven y me divierte. Por ejemplo, a Ricardo Fort me divierte hacerlo porque cuando lo hacia en el teatro, explotaba. Entonces, cada tanto, lo tiro.

-¿Cómo te sentís en la tele?

-Nunca me gustó laburar fijo en la tele. Nunca me sentí cómodo. Arrancaba y me iba. Sí me divierte ir de invitado. Me divierte mucho.

-Pero con Nelson aguantaste bastante.

-Ahí había una estructura y un desafío que era romper el molde de los programas periodísticos diarios. El desafío también era hacerlo tentar a Nelson. Entonces era todo nuevo.

-¿Te siguen llamando de las radios para tenerte en su staff?

-Sí. Me han llamado de alguna, pero no llegamos a un acuerdo de lo que yo quiero hacer o de lo que quieren hacer ellos.

-¿Les propusiste hacer apariciones por WhatsApp?

-Sí, pero te dicen “vago”.

-¿Quieren que estés ahí todo el tiempo?

-Sí, pero a mí me divierte esto de ir y venir. No quiero estar todo el tiempo con la radio y con lo que me dice el gerente y el radiopasillo ese que se genera. El teatro me abrió otro mundo y siempre lo prioricé.

-Empezaste a hacer teatro, viste otro mundo y ya la radio no era tu prioridad.

-Claro, pero la mantenía porque ahí tenia un público fiel. Sabía que lo que tiraba en la radio, después en el teatro iba a explotar.

-¿Se convirtió en una estrategia comercial?

-Tal cual.

-Pero lo que más te gusta es el teatro.

-Sí, porque ahí todavía no veo el techo.

-¿Y en la radio sí viste un techo?

-Para mi laburo, sí. Además hay muchos imitadores, muchos en el mismo rubro. Entonces, todavía no encuentro el lenguaje o qué quiero decir ahora en radio. Siento que quiero hablar más yo que mis personajes. De a poco estoy laburando eso.

-¿Ya no estás buscando nuevos personajes?

-Siempre me surgen. Se me pega un tono y empiezo a hacerlo y me divierte… todavía. Llegará un momento en el que tal vez ya no me divierta y me dedique más a armar un personaje cómico para alguna ficción o para el cine. No me limito.

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