Mar del Plata con el boleto más bajo del país

 

La demanda de actualización de la tarifa del boleto único de pasajeros del transporte público, tiene una directa relación con el aumento que produce la inflación, sobre los insumos de la explotación del servicio. Cuando el atraso es acumulativo, la normal prestación se resiente, como es evidente, en las frecuencias y en la calidad del viaje que deben sufrir quienes desembolsan $ 7,97 por viaje, con las incomodidades que se producen. Viajan todos mal, los que pagan y los que no pagan.

Asimismo, en este contexto el boleto gratuito, diferenciado y la cantidad de pases sin cargo otorgados por la política, forman también un importante componente en la faz del costo, en definitiva quienes pagan el valor del boleto están subsidiando con su bolsillo, las exenciones que han otorgado, que en el año son varios millones de boletos.

Históricamente se libra una lucha política entre quienes aprueban y desaprueban el aumento, y la presión recae sobre el poder concedente, lo cual sería absolutamente admisible, si no existieran ejemplos testigos, como las principales ciudades del país, similares en rango a Mar del Plata, como las capitales provinciales, excluyéndose la Capital Federal y el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires, donde en algunos duplican el valor y la vigencia del mismo está próxima a cumplir un año. Lo cual acumula presión y una obscena utilización política, la cual no ha estado exenta de episodios de violencia, que se han tenido que lamentar.

La política de subsidios a cargo del Estado en el gobierno anterior, en tarifas de servicios públicos, nos ubicó en el peor de los escenarios. Congeladas las tarifas de luz y gas, entre otras, la normal prestación se vio afectada por los cortes de suministro domiciliario y a grandes empresas, tanto de energía eléctrica, importación de combustibles líquido y gaseoso, que además dejaron al desnudo descomunales de corrupción.