Deportes

Los hermanos Weinbaum; radiografía de los trotamundos más divertidos del país

blankLos hermano marplatenses Eugenio y Sebastián Weinbaum,  más conocidos como “Bujía y Culini”, conductores de “MDQ: Para todo el mundo”. El programa de culto de El Trece, comenzó como un semanario de surf en un canal zonal de Mar del Plata que luego se convirtió en uno de viajes, aventuras y otros deportes extremos.

En una divertida charla exclusiva con DiarioVeloz, los Weinbaum, hablan de todo: sus viajes, los lugares más extraños, las enseñanzas que les deja conocer nuevas culturas y por supuesto, de Herminia, su mamá.

-“Herminia es un cascabel que brilla, tiene 85 años y nos sigue tratando como si fuéramos nenes”, dice Culini

-“¡Aunque tengas 50!”- completa Eugenio.

-¿Es cómo se la ve en televisión entonces?

-¡Es peor! – Dicen a coro (Risas).

Y luego, se ponen un poco más serios y confiesan, armando la frase entre ambos: “Somos una familia de siete hermanos a los que nunca les sobró el dinero, por el contrario, comíamos porque existía el fiado. Pero tenemos la mejor mamá que podríamos tener”.

Al principio la conducción estaba a cargo de Eugenio, el programa se realizaba en exteriores, en Mar del Plata, pero un día por un problema con un agente de tránsito que le pidió papeles del “Móvil 1” un auto que usaban para la apertura y cierre del programa el Isetta 300, modelo 58, que se volvió un clásico del programa, se incorporó su mamá.

Justo estaba por ahí Herminia y Eugenio y Culini le pidieron que como estaba con la policía cerrara ella el programa. “Mis hijos están pagando por sus fechorías”,  dijo y cerró el programa.

“Ella siempre se ocupó de promover la unión familiar y nos enseñó que si el techo se te vuela, está bueno para ver las estrellas”, dice Culini. Con la filosofía de Herminia, hacen un producto que hace casi 28 años que está en el aire y que describen como “artesanal”. “Grabamos todo nosotros, sería mucha responsabilidad viajar con una tercera persona. Así que entre los dos, con un teléfono y la MDCam, que graba en HD, captamos todo lo que se ve en el programa. Además, editamos nosotros y trabaja en la productora nuestra hermana Karina y también está Chicho”, agregó Eugenio.

Los Weinbaum, cuentan cómo es haber dado la vuelta al mundo entre tres y cuatro veces, porque estuvieron por tantos lugares que ni ellos los pueden contabilizar, pero están seguros de que les llevó más de 80 días.

“Antes nos íbamos de viajes cuatro, cinco seis meses…. Ahora tratamos de resolverlo en un mes”, cuentan a dos voces.

Eugenio: “Es duro cuando tenés tres hijos y el más chico te dice ‘Papá no te vayas'”, entonces estás obligado a volver”

Culini: “A mí en cambio me dicen ‘Andate y no vuelvas'” (Risas)

Ahora bien, uno se pregunta ¿Cuáles son las consecuencias de ser tan curiosos y audaces?

Culini, sufriste lesiones en tu ojo saltando en bungee, ¿cómo fueron?

Culini: Nosotros siempre hicimos deportes de riesgo, y un día en Cuzco, Perú llegamos y nos dijeron que teníamos que quedarnos dos días en el hotel para acostumbrarnos a la altura. Pero justo vimos un lugar que ofrecía bungee jumping y no pudimos esperar. Dejamos los bolsos, fuimos hasta el lugar y me tiré. En el momento del salto, sentí que algo me explotó en la cabeza. Cuando terminó el salto, me miraban todos con cara de susto y yo pensaba ‘¿Qué tengo?’ y tenía el ojo todo colorado. Me atendieron en el Hospital Nacional de Cuzco, me operaron y después estuve bien hasta que…

Eugenio: Hasta que volvió a saltar. Porque como el médico le dijo que no saltara en bungee, salto de la catapulta humana en Nueva Zelandia.

Culini: Yo tenía la teoría que como el salto no era cabeza abajo como el bungee, no me iba a pasar nada en el ojo porque me habían dicho que el problema era haber saltado cabeza abajo. (Risas)

Eugenio, te sumergiste en el Ganges. Uno de los ríos más contaminados del mundo…

Eugenio: Si, y aún sufro de una otitis crónica, cada dos meses me ataca.

El Ganges es el río sagrado de India, en Varanasi, en el que son depositados los cadáveres de las vacas (animal sagrado) y también donde se creman los cuerpos humanos sobre una madera, producto muy caro en la India, que a veces, por la mala calidad de la misma y la acción del fuego se quema antes que el cuerpo que descansa sobre ella.

A través de este ritual el hinduismo busca alcanzar el camino rápido a la iluminación o el Nirvana, evitando la reencarnación. En el Ganges también son arrojados los cuerpos de niños menores de seis años atados con una piedra, que ya tienen el camino al Nirvana asegurado por ser considerados con almas puras.

Y añadió que “en Varanasi nos dijeron: ‘No podes hablar de India, sino te sumergiste en el Ganges'”, para no volver con la misión incompleta, se metió y comenta que en un momento sintió que tenía algo en la cabeza “pensé que era una ramita. Cuando me lo saqué, era un dedo ¡Con uña y todo!” (Risas)

Culini: “Y yo le pedía que me rascara con él” (más risas)

Los temores y los deportes extremos

Eugenio: Yo le tengo miedo a las alturas. Prefiero más el buceo con tiburones. Los cocodrilos. Soy más amigo de los animales (risas)

Culini: Yo prefiero más las alturas. Igual la Pororoca, la surfeamos los dos.

Eugenio: Si, mi idea era acompañar a Culini pero terminé surfeando yo también por un problema técnico. Debido al bajo presupuesto con el que contábamos, como siempre, conseguimos que un chico que conocía la zona nos llevara en un botecito con un motor muy chico que terminó colapsando y casi nos alcanza la Pororoca.

“La Pororoca” de la que tanto hablan, es conocida como “la ola más grande del mundo”. Aunque en realidad es un tsunami. Tiene lugar en el río Amazonas, su nombre significa “gran estruendo” y para los lugareños es sinónimo de destrucción, ya que trae consigo serpientes, cocodrilos, troncos y unos habitantes de la zona muy particulares llamados candirú, son unos pececitos conocidos como “pez vampiro” que se meten en el cuerpo y deben ser extraídos por un cirujano.

Salieron ilesos gracias a su destreza como surfistas y a la concentración: “En ese momento no podés ponerte a pensar en tu familia ni en el riesgo que estás corriendo porque te juega en contra. En lo único que pensás es en pasar ese tramo. Y realmente no hacemos nada si creemos que puede pasarnos algo. Y pensás ¿Para qué vinimos? Pero confiamos mucho en nuestra intuición”, explicó Eugenio.

Y Culini suma otra anécdota: “Otra vez, en la isla de Roatán, Honduras, estábamos buceando con tiburones a 35 metros de profundidad, y nosotros no somos buzos. Nos metimos sin jaula, sin nada. Solo con un tubo para poder respirar y el chico que nos llevó que conocía la zona, nos dijo antes de sumergirnos: ‘no se muevan, quédense quietos con los brazos cruzados sobre el pecho, no pataleen. No le ofrezcan comida a los tiburones’ y lo primero que hicimos fue patalear, movernos para todos lados, porque la corriente era muy fuerte y nos llevaba.

¡Y se vinieron los tiburones directo a nosotros! (Risas) ¡LA DESESPERACIÓN DEL PIBE QUE BAJÓ CON NOSOTROS! ¡Eran todo señas y nada más!”

 

Deja un comentario