Política

Los clubes de fútbol, un instrumento de los Moyano para diversificar negocios y poder

Faltaban cinco horas para la medianoche del sábado cuando Facundo Moyano pasó por el Instituto Patria a firmar en tinta su candidatura a diputado nacional por el Frente de Todos. Se le había ido ya el ligero malestar de haber sido relegado del séptimo al undécimo escalón de la boleta electoral bonaerense. En el intercambio, dejaba traslucir una sensación que nada tenía que ver con la rosca política que se estaba definiendo en algún despacho del búnker kirchnerista.

El hormigueo en el estómago, mezcla de nerviosismo y ansiedad, confesó que era por Alvarado de Mar del Plata, el club al que presidió entre 2012 y 2015. Alvarado celebró el domingo el ascenso a la B Nacional tras un partido nublado de sospechas que todavía aguarda la definición del Consejo Federal de la AFA, la casa madre del fútbol argentino que es hoy liderada por Claudio “Chiqui” Tapia, el yerno de Hugo Moyano y cuñado de Facundo.

El desembarco del hijo de Moyano en Alvarado era cantado. Cursó allí su jardín de infantes y es el equipo del cual fue hincha su abuelo. Con la economía del club en crisis, un grupo de dirigentes recurrió a él como un auxilio en 2011 cuando recién daba sus primeros pasos como diputado nacional y líder del sindicato de peajes. Antes de volcarse de lleno a la gestión deportiva, le sacó el jugó a las influencias de su padre: acercó sponsors y logró acuerdos para economizar los traslados del plantel profesional gracias a la ayuda del subsecretario de Transporte Automotor Jorge González, un hombre del gremio de los camioneros con influencia en la cartera que controlaba por entonces Juan Pablo Schiavi.

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Facundo Moyano, en su función de vicepresidente de Alvarado, en la presentación de Walter Erviti cuando el volante llegó al club marplatense Crédito: Twitter

La camiseta del club marplatense lució estampada durante algunas temporadas el nombre del Sindicato Único de Trabajadores de Peajes y el del gremio de los camioneros, dos bastiones del imperio moyanista. En 2012, con apenas 26 años, Facundo Moyano finalmente aceptó presidir el club, aunque por su actividad política tuvo que delegar el día a día de la gestión en su segundo. Luego intercambiaron los roles, y aceptó que debía ceder el mando. Por entonces, un enfrentamiento a tiros de la barra brava le generó más de un inconveniente político y mediático.

Mientras que Facundo controlaba el club de su infancia, en Mar del Plata, y continuaba en Buenos Aires con su rol legislativo y gremial, su padre y su hermano Pablo tomaron el mando en Independiente a través de las urnas, con un triunfo récord. Como lo hizo Mauricio Macri en Boca, Hugo Moyano también encontró en el fútbol un atajo para acumular poder. Preside Independiente desde 2014, aunque su influencia en el club de Avellaneda es desde mucho antes. En 2007, por ejemplo, tejió el acuerdo para que la Ceamse, con el aval del gobierno de la provincia de Buenos Aires, le cediera a Independiente las 27 hectáreas que abarca el predio Santo Domingo, en Villa Dominico. El gobernador bonaerense era Felipe Solá, hoy padrino político de Facundo en el Congreso.

De Independiente, acaso, surge el dolor de cabeza judicial más grande para los Moyano. Pablo, número dos de los camioneros y vicepresidente de la entidad, es investigado por integrar una presunta asociación ilícita que hacía negocios con la barra brava del club, cuyo jefe, Pablo “Bebote” Álvarez, está en prisión.

Hugo y Pablo Moyano, sin embargo, tienen una debilidad: el club propio. En 2006 fundaron el Club Social y Deportivo Camioneros, que milita en el torneo Federal A y cuyo equipo profesional gozaría de un presupuesto mayor para lo que es el de promedio de los equipos de esa categoría. Lalo Maradona, hermano de Diego, se sumó inicialmente para darle forma al proyecto. Un dato: en Camioneros, muchos de los nombres de los integrantes de la comisión directiva del gremio se repiten en la estructura de la entidad deportiva.

Sin el impulso del apellido Moyano, aunque con la venia del jefe de los camioneros, Claudio “Chiqui” Tapia, yerno de Hugo, preside desde hace 18 años Barracas Central, que ascendió recientemente a la B Nacional. Tapia es hoy el presidente de la AFA, cargo al que accedió con el respaldo de los clubes del ascenso tras la muerte de Julio Grondona .

Tapia no es habitué a los asados familiares de los Moyano. Paola, su esposa, intentó mediar más de una vez entre su esposo y su hermano Pablo. No hubo caso. Públicamente, el gremialista hizo responsable hace poco a su cuñado por los fallos arbitrales que consideró perjudiciales para Camioneros en su pelea por ascender a la segunda categoría más importante del fútbol doméstico. Cosas de familia, aunque no tanto.

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