Política

Legisladores radicales se reunieron con representantes de la Cámara de la Industria Naval

Durante su reciente visita a nuestra ciudad, el diputado Nacional Ricardo Alfonsín y el concejal Mario Rodríguez se reunieron con Domingo Contessi y Enrique Godoy, integrantes ambos de la Cámara Marplatense de la Industria Naval. También participaron de dicha reunión los dirigentes Pablo Quiroga y Carlos Aramburu.

Los empresarios dejaron claramente establecido que la industria naval marplatense se compone de astilleros y talleres navales que dependen en gran medida de la actividad pesquera para la construcción y reparación de embarcaciones. “Pocos piensan en reemplazar sus barcos cuando la pesca no tiene rentabilidad y cuando no existen líneas de créditos específicas para tal efecto, aun cuando la antigüedad promedio de nuestra flota supera los 40 años”, explicó Contessi.

El desafío de reactivar la industria naval ha sido un anhelo de varios gobiernos pero hasta ahora sigue siendo una deuda pendiente. Desde la Cámara de la Industria Naval de Mar del Plata creen que, con una puerta abierta para la renovación de la flota pesquera, atada a un sistema de premios y castigos para alentar la construcción de buques en astilleros nacionales y desalentar la importación de barcos usados, esto se podría revertir. “Queremos que los armadores tengan incentivos concretos para renovar sus embarcaciones por otras construidas en el país, para que la importación de buques, especialmente usados, deje de ser la mejor opción”, señaló Godoy.

Los proyectos legislativos que promocionan la marina mercante y la industria naval siguen trabados en el Congreso, cuando no han perdido el estado parlamentario. Tienen objetivos pretenciosos pero obligan al Estado a consignar partidas que difícilmente aporte. Podrían convertir un proyecto en ley con un alto riesgo de no reglamentarlo nunca, para quedar en la vitrina de las buenas intenciones. El problema de ambos sectores no se resuelve con leyes sino con consensos reales, serios y comprometidos de constructores y armadores, afirmaron los representantes del sector. Ricardo Alfonsín se comprometió a estudiar detenidamente dichos proyectos y a intentar concretar una reunión de los integrantes de la Cámara de la Industria Naval con Ricardo Buryaile, Ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.

“La industria naval no tiene chances de prosperar mientras se demore más en transferir el permiso de pesca del barco viejo al nuevo, que en construirlo. La falta de incentivos genera que los armadores prefieran reparar sus barcos usados antes que encargar uno nuevo. En el reemplazo de barcos que largamente han cumplido la vida útil y en la modernización de la flota langostinera está la oportunidad de la industria”, agregó Domingo Contessi.

Enrique Godoy acercó un reciente informe elaborado por Tecnopesca, uno de los astilleros locales, y que forma parte de la Cámara Marplatense de la Industria Naval, el cual repasa la evolución de la expansión de la flota pesquera mayor de 15 metros, en el país, en los últimos 86 años. En la actualidad, de los 485 barcos pesqueros con matrícula nacional que están en operaciones, el 51,55% fue adquirido en el extranjero y el 48,45% es de construcción nacional. Al analizar la capacidad de bodega de la flota, surge que solo una mínima parte de los barcos construídos en el país corresponde a buques de más de 300 toneladas. Es por ello que cuando se clasifica por metros cúbicos de bodega, el 85,46% corresponde a barcos construidos en el exterior, por lo cual 26.845 metros cúbicos de bodega son en barcos construidos en el país, y 157.794 metros cúbicos en buques de construcción extranjera.

Mar del Plata cuenta con un complejo naval importante, con astilleros y talleres navales que emplea a cerca de 700 trabajadores, capacitados, calificados, con buen nivel de ingresos, pero que se ha tenido que amoldar a este fenómeno y ha encontrado en el servicio de reparaciones y la construcción de buques chicos, una alternativa para mantenerse a flote. La ocupación plena de la industria generaría más de 3.600 puestos de trabajo adicionales en los 17 astilleros existentes a lo largo del litoral marítimo y fluvial, los cuales tienen capacidad para construir más de 200 unidades al año, entre barcazas, buques pesqueros, remolcadores, etc. Este movimiento permitiría una recaudación impositiva de 123 millones de dólares, contra los 52 millones que recaudarían las arcas públicas en caso de importarse esos mismos buques.

La posibilidad de importar barcos usados para los armadores pesqueros se destaca como un elemento determinante en el bajo desarrollo de la industria naval, sobre todo para la realización de embarcaciones de mediano y gran porte. De los 250 barcos pesqueros de construcción extranjera que se encuentran operativos, el 91,22%, es decir 228 barcos, fueron adquiridos usados, con un promedio de 16 años de existencia. Solo 22 barcos de los que han ingresado a la matrícula se importaron nuevos. La mayoría de los barcos usados que el sector pesquero importa provienen de España, exactamente el 44%. “Nosotros no sabemos construir barcos usados. No podemos competir contra la entrega inmediata de buques importados usados”, sentenció Contessi.

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