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La sociedad bajo otra luz, en la Marcha de la Esperanza

Monseñor Antonio Marino, participó por primera vez de esta multitudinaria peregrinación por la ciudad, que superó en concurrencia a ediciones anteriores.

La Marcha de la Esperanza se inició unos minutos después de las 16. Escoltada por unas cincuenta banderas argentinas, la Virgen de Luján salió de la Gruta de Lourdes y detrás de la cruz y del gran cartel con el lema “Madre enséñanos el camino de la vida” se ubicó durante todo el recorrido. Monseñor Armando Ledesma, quien estaba al frente de la comisión organizadora coordinaba los tiempos, el ritmo y los altos en la Marcha. Desde la Catedral, y transmitiendo a través de altoparlantes que eran llevados por varias camionetas, un grupo guiaba y cantaba animando a todos en el peregrinar. Las comunidades llevaron sus estandartes que los identificaban. Los sacerdotes, iban confesando durante el camino.

Durante el recorrido, el Obispo expresó, “estaba esperando esta marcha, me parece un acontecimiento pastoral extraordinario por el gran número de gente, muchos jóvenes entre ellos. Son todo un canto de esperanza, un canto a la vida que tiene su fuente en Dios, en Cristo que es nuestro camino, nuestro alimento. Realmente estoy muy feliz de realizar esta Marcha en medio de mi pueblo de mi diócesis”.

Monseñor Marino enfatizó, “estoy bastante sorprendido, porque no tenía la experiencia pero sabía que iba a venir mucha gente. Ahora al ver, cuando la Virgen se paseaba en medio de la multitud, sentí una gran emoción”. “Acá aparece la sociedad bajo otra luz, aparece un aspecto que no ocupa ningún lugar en los noticieros y en la prensa pero que es muy real” consideró el pastor de la Iglesia Católica.

El recorrido se mantiene hace 38 años, partiendo desde la Gruta de Lourdes y hasta la Catedral, se hacen paradas en las Parroquias San Antonio, Jesús Obrero, San José y Asunción de la Santísima Virgen. Este año, al llegar a la avenida Independencia se desplegó una bandera de 120 metros que fue llevada por una gran cantidad de familias y fue el momento para reivindicar el sentido nacional y la defensa de la vida en la Patria.

Misa de clausura

A las 20.20 la Marcha de la Esperanza llegó a la Iglesia Catedral, los caminantes ingresaron al templo que se vio colmado en su capacidad. La misa fue presidida por el Obispo y concelebrada por una gran cantidad de sacerdotes.

Durante la homilía, Marino resaltó “quisimos proclamar por las calles de esta ciudad fascinante y compleja, el anhelo de vida plena para todos. Lo hicimos cantando y rezando mientras no nos cansábamos de invocar a la Santísima Virgen María: Madre enséñanos el camino de vida. La reconocemos como madre y autor del jefe de la vida. La sentimos muy cerca de nosotros y sabemos  que también nos acompaña en esta misa. Ella entiende de vida en plenitud, ella es maestra de nuestra fe y nuestra esperanza. Le pedimos que con su ejemplo e intercesión nos lleve por el camino de su hijo y nos alcance la gracia del Espíritu Santo que a ella la convirtió en un sagrario lleno de vida”.

“Como Obispo he pasado saludando y bendiciendo, alentando a mis hermanos en su fe y esperanza; como miembro del pueblo de Dios, me he sumado a la voz común de todos, a sus ruegos, sus cantos, su alegría. Me gozo de ser parte de esta Marcha de la Esperanza, una de las gloriosas tradiciones de la Iglesia Marplatense”.

Más adelante, Monseñor Marino resaltó “sabemos que en la cultura contemporánea se ha producido un eclipse de Dios, que ha llevado también a un eclipse sobre el hombre y al oscurecimiento de verdades fundamentales que de suyo pertenecen al ámbito de la ley divina y natural, en cuya aceptación deberíamos coincidir todos los hombres”. Luego haciéndose eco del mensaje que en 2010 los Obispos de la Argentina declararon, dijo “como pastores y ciudadanos, queremos reafirmar en este camino del Bicentenario y de modo especial durante el 2011, la necesidad imperiosa de priorizar en nuestra patria el derecho a la vida en todas sus manifestaciones, poniendo especial atención en los niños por nacer, como en nuestros hermanos  que crecen en la pobreza y marginalidad”.

Finalmente, refiriéndose a los proyectos de legislación del aborto que avanzan en el Congreso, Monseñor Marino enfatizó “no se trata de optar por una vida en contra de otra. No optamos por la vida del niño desconociendo la dignidad de la madre. Viceversa, estamos convencidos de que no se salvaguarda el verdadero bien de la madre destruyendo la vida del niño por nacer. Como Iglesia diocesana, nos hemos comprometido a proteger por todos los medios a la mujer embarazada que sobrelleve un embarazo no deseado, brindándole una asistencia integral a través de nuestras instituciones”.

Antes de la bendición final de la misa, las luces de la Catedral se apagaron, el Obispo bendijo el fuego, como signo de la luz de Cristo, y luego con éste se prendieron los cirios de cada uno de los fieles, como símbolo de ser luz que brille en medio de la oscuridad. La celebración concluyó con la distribución y bendición de las imágenes del Nacimiento que los fieles pudieron llevar a su casa y también para regalar.

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