Opinión

La promoción de Mar del Plata y el “target” de la anorexia

Por Lucho Martínez Tecco.

La información de prensa del Emtur de Mar del Plata dice textualmente: “el Ente Municipal de Turismo de la ciudad de Mar del Plata (Emtur) está desarrollando en la Ciudad de Buenos Aires una acción promocional de notable impacto. Se trata de las postales motivacionales gigantes ‘amardelplata’, una serie de fotografías de gran tamaño que invitan al público a sumarse a la fantasía de disfrutar unos días inolvidables en nuestra ciudad y sacarse una fotografía. Las postales gigantes se encuentran ubicadas en las paredes de la estación Olleros, correspondiente a la línea D de subtes (avenida Cabildo entre avenida Lacroze y Olleros), siendo una de las más concurridas estaciones de Capital Federal. Las fotografías gigantes muestran escenas de la ciudad de Mar del Plata, protagonizadas por bellas modelos y musculosos guardavidas, con un espacio central para que los transeúntes puedan posar, simulando su presencia real en el lugar y, si lo desean, sacarse una foto ‘como si estuvieran en Mar del Plata’”.

Sin duda singular, la promoción, seguramente costosa, reedita un recurso utilizado por la Sectur el pasado verano en Mar del Plata en oportunidad de la “Expo 100 Años del Turismo Argentino” cuando las fotografías de fondo eran una proyección de paisajes de sitios turísticos de todo el país, que los interesados podían elegir para simular haber estado allí. Y los posibles paisajes de Mar del Plata eran muchos y representativos de las más clásicas “postales” de la ciudad.

La información de prensa comentada incluye varias fotografías, precisamente de las “escenas de Mar del Plata protagonizadas por bellas modelos y musculosos guardavidas” en las cuales los modelos son el eje central de las impactantes escenas y el “paisaje” un desenfocado segundo plano que podría ser de cualquier litoral marítimo del mundo.

Queda claro, en nuestra ignorante opinión, que el impacto visual se lo llevan, con creces y merecidamente, las escuálidas modelos donde las técnicas del photoshop enfatizan la imagen de anorexia que los diseñadores intentan promover como paradigma de la belleza femenina.

Se nos ocurre que, cualquier mujer “normal”, no se sentiría cómoda compartiendo una fotografía “¿promocional de Mar del Plata?” donde se ponga en evidencia la distancia en que ella se encuentra, respecto a esos “paradigmas” de la belleza femenina.

Por otra parte, ponemos en dudas que los miles de usuarios del subterráneo que transcurren como pasajeros por la Estación Olleros a bordo del transporte, identifique que esa es una “promoción de Mar del Plata” y no una publicidad de escueta y desinhibida “ropa de playa”, ante la ausencia de, al menos, una leyenda que indique que eso es “Mar del Plata”.

Los que saben de esto dicen que el “target” del usuario promedio de nuestras arenas corresponde, mayoritariamente, a la “clase media-media” y a niveles etarios adultos y grupos familiares predominantes.

Que no son, precisamente, los arquetipos utilizados en las fotografías.

Que, por otra parte, muestran una “Mar del Plata” que, como hemos dicho, es identificable solamente, por conocedores de la difusa (en las fotografías) arquitectura de nuestro litoral.

Aunque, siempre es posible, que los ideólogos de esta movida intenten “cambiar el target” de los usuarios de nuestros balnearios, por un mercado de señoritas nada empulpaditas, para mojarle la oreja a otros lares, como algunas selectas y alejadas playas de Punta del Este o islitas del Caribe, exclusivas para el “jet set” de las modelos “top” o la farandulita internacional. Si así fuera, nos parece que ese mercado no viaja en subterráneo. ¡Qué va!

En síntesis, y siempre en nuestra muy ignorante opinión, una impactante promoción, aunque no de Mar del Plata como ciudad balnearia para los argentinos medios, sino de la nada saludable anorexia como paradigma de la belleza del siglo XXI.

Quelevachaché.

Un comentario

  1. Que hablen de “Target” refiriéndose a la promoción turística de Mar del Plata me pone nervioso por definición. Nuestra ciudad es tan heterogenea en su demanda, que alguien con seriedad debería estudiar los perfiles de la diversidad que nos visita y a partir de allí empezar a promocionar nuestra ciudad con algún criterio de realidad. Lucho, coincido con sus reflexiones y con su ironía. Tanto es así que ratifico como cierra su final “Quelevachaché”

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