La manifestación conjunta de trabajadores y empresarios gastronómicos, frente al edificio de la municipalidad, dejó en evidencia que se trata del sector defendiendo la actividad cada uno desde su lugar, que únicamente se sostienen si la misma recupera la habilitación para poder funcionar.
Pese a la insistencia del sector ante las autoridades municipales, la administración provincial hace uso de una morosidad que genera mayor incertidumbre y caída de expectativas, que se produce obviamente por el agotamiento de los recursos, para enfrentar una contingencia que ha superado los límites de sus posibilidades.
Con los protocolos emitidos y estadísticas favorables desde el carácter epidemiológico, se vuelve crucial una resolución, que a esta altura ya no ofrece otros márgenes que no sea el cierre definitivo, ya que tampoco se asegura que las reaperturas logren contener a este universo, uno de los más activos de la franja de trabajadores de la ciudad, pero que hoy exhibe una estado de devastación.
Hasta las propinas, llevando a un extremo el real estado de necesidad, se extrañan y tiene una directa relación por la extensión de las restricciones, que alcanzó a tres meses de inactividad. Ya declarado el estado de desastre económico turístico, sólo resta esperar que la Provincia de Buenos Aires, otorgue la autorización correspondiente.
