La decadencia de la Plaza Mitre: un cacho de cultura

La Asociación Vecinos de Plaza Mitre expresó disconformidad “frente a la desmedida ocupación de un espacio público tan querido como la Plaza”. Sin desvalorizar las propuestas instaladas, la entidad indica que “nos gustaría que antes de aceptar los acuerdos que proponen los gobiernos nacional o provincial… se consulte a las instituciones…”

Al respecto, el titular de cultura de la comuna, Leandro Laserna, recalcó que buscarán diálogo y entendimiento “para que los vecinos no se sientan invadidos”.

Para ir a una visión personal algo que me pertenece. Mi progenitora, Urrutia ella y marplatense también, cuyo abuelo apareció en estos lugares en 1878, viviendo en mi pago natal, Dolores, aparecía aquí para visitar sus parientes. Consecuencia: desde muy pequeño, en brazos y hasta en la panza de mi madre, anduve por esa plaza. Iba desde una casa familiar, ya desaparecida, sobre Brown, a sólo media cuadra de ese lugar… Y la plaza era “nuestra”, de cada uno de los chicos que quisiera gozar de un espacio abierto.

Ahora una de las tantas definiciones sobre cultura: “las costumbres, las prácticas, las maneras de ser, los rituales, los tipos de vestimenta y las normas de comportamiento son aspectos incluidos en la cultura”.

Sobre este cacho de cultura, la asociación también dice que las actividades que se autorizan, invaden el espacio de lo tradicional “borrando de cuajo el imaginario de la gente de la ciudad y del país, indicando que “… constituye una real pérdida de identidad para el barrio y la ciudad”.

No se puede agregar demasiado a ese sentimiento puesto en justas palabras. Lo que sí, debemos decir, es que el responsable de cultura de la municipalidad, se tendría que hacer cargo asimismo de todo el contenido de la nota de la entidad, no sólo defender la Feria del Libro.

El funcionario comprometido debería igualmente comparar el concepto de su propio intendente, utilizado para hacer desaparecer carteles por invasión estructural y visual y ver como se compadece el mismo con lo que ocurre en el espíritu de Plaza Mitre, esos valores intangibles que Mar del Plata vio desaparecer sistemáticamente.

Es cierto, la provincia y la nación tienen candidatos que mostrar y la comuna, sin autonomía, está entregada a los intereses de algunos gobernantes que necesitan de espacios públicos para mostrar sus nombres presidenciales que le ganan la pulseada al sentido común, a las necesidades de los propios vecinos. Esto es lo que se ve en toda la ciudad.

Finalmente y retornando a la definición de cultura tomada y a la cual adherimos, bueno es asumir que no es sólo la buena escritura; el arte de combinar sonidos; el talento para pintar o cincelar una obra, la actuación y otras muchas expresiones, el común de la gente también necesita expresarse sobre tradiciones y costumbres, y es absolutamente válido defenderlas. También resultará apropiado un dialogo que comience con la aceptación por parte de todos los protagonistas que la cultura es mucho más… Ese popular “cacho de cultura” que a través de Clemente impuso el genial Caloi.

Vehículos, tractores y otros móviles no se compadecen con ese chico que disfruta en triciclo o bicicleta, o que juega con la pelota o el que simplemente ríe feliz por estar en un espacio que lo respeta y lo contiene en sus necesidades. Ese debería ser el fin principal de un ambiente de ese tipo en una ciudad que crece materialmente, pero que no debe olvidar otro tipo de necesidades. Además de esto, testimonios de varios vecinos dicen que “de día este mal trago y de noche… otras yerbas con lógicas incertidumbres”.

Mucho para conversar y consensuar aunque esta temporada casi hubiera pasado con más penas que glorias para estos habitantes de Mar del Plata que buscan que las cosas se dialoguen antes y no después. Más allá de las razones puntuales, el resultado de las últimas elecciones lo amerita. Esto también lo tienen que medir las autoridades.

MIGUEL TOSCANO