Carta de Lectores

Fútbol para todos y todas

boca-river-644x362 Lo acontecido en la cancha de Boca no debe sorprender a nadie, diríamos que era de esperar lo ocurrido. Así es como al mundial de Sudáfrica 2010 concurrió una delegación de la institucionalizada en ese momento Hinchadas Unidas Argentinas nacida en el año 2009 y que ahora se han disuelto, porque el peso de las barras bravas individuales de cada club ha ocupado más espacio y gozan de los beneficios que ellos empezaron a perder.

Una barra brava en Argentina, es una organización mafiosa que expresa los hábitos y costumbres de una parte de la sociedad, que por desgracia cada vez deja de ser más pequeña.

Delincuentes por naturaleza, políticos barriales y no tan barriales, las autoridades de clubes y parte de la fuerza pública se han asociado y/o co-conducen a esta tropelía de mafiosos y delincuentes, dándole la explotación de territorios, la reventa de entradas, la explotación de la venta de artículos comestibles dentro de la cancha y lo que es peor, le dejan como zonas liberadas  de calles para que las exploten como estacionamiento privado, además de pagarles pasajes para que viajen a eventos en el exterior.

Lo triste de esto, es que gran parte de la gente que va a la cancha, cuando entran los barras bravas, que como toda pandilla entran aglutinados en un número importante de personas, la concurrencia más pasiva los aplaude tal como si entrara San Martín con sus Granaderos.

0012645610Lo más grave, es que esta conducta de los inmorales y muchas veces asesinos barrabravas y el comportamiento del público más pasivo que los ve como seres normales que están encuadrados dentro de las normas de una sociedad, que nos muestra una parte aberrante de nuestra cultura que a través de una camiseta de futbol endiosamos y veneramos al demonio, poniendo en este caso también la teoría “amigo-enemigo del nazi Karl Schmitt.

Pero lo ocurrido ayer en el campo de juego de la  cancha de Boca muestra otro perfil grave de nuestra cultura y de la pérdida de valores y el estado de anomia en que nos encontramos.

Dejando de lado el acto cuasi criminal de la bomba, vergonzoso fue el tiempo que se demoró en suspender el partido, mientras en la tribuna o desde la tribuna se podrían haber producido hechos desgraciados generados por el contexto, puesto que, si fueron capaces de entrar y hacer explotar una bomba- tal como lo hicieron-, no quiero pensar la cantidad de armas de fuego que habrán entrado los forajidos de la o las barrabravas. Digo la o las barrabravas porque ahora dentro de un club hay más de una, que se disputan su reconocimiento como si se estuvieran presentando al cargo de Presidente de la República.

Otro hecho triste se evidenció anoche cuando los jugadores de Boca dejaron a la buena de Dios a sus colegas de River para que pudieran salir de la cancha, cuando hubiera correspondido que se retiraran entremezclados para que los bárbaros se abstuviesen de agredirlos.

resizeOtro proceder que entristece y me hace pensar que no sé qué mundo les va a tocar vivir a mis nietas, fue aquel que cuando los jugadores de Boca se retiraban de la cancha  aplaudían a lo barras bravas que estaban en la tribuna.

Mi pretensión no es atacar a Boca porque  no me animo a decir cómo se hubieran comportado los de River en igual situación, lo cierto es que lo triste es la tendencia cultural  hacia dónde vamos en
camino.

Escuchando las declaraciones del comportamiento explicado por el carapintada Berni acerca de las fuerzas de seguridad, no me explicito porque siento vergüenza ajena.

Con respecto a los dirigentes me pregunto: si el “señor” Angelici no hubiera tomado más precauciones y no hubiera ayudado a resolver las cosas más rápido si algo parecido hubiera ocurrido en alguno de sus Bingos.

Me pareció bien que los jugadores se pusieran un brazalete negro e hicieran un minuto de silencio por la muerte absurda de un colega, pero después de lo visto me contesto: cuánta hipocresía se muestra y se demuestra públicamente.

Espero que el Gobierno y la AFA interfieran ante tal hecho de barbarie y tomen las medidas que deban tomar. Más allá de que las mismas perjudiquen al público que solo gusta del fútbol, de una vez por todas se debe actuar para que en esta sociedad donde las víctimas ya han pasado a ser victimarios. Esperemos que este hecho no se diluya en el campo de las conveniencias dentro de unos días, tal como hoy ocurre.

Licenciado, Abel Ayala

http://ayalaabel.blogspot.com.ar/

2 Comentarios

  1. Sucesos con éste son demostrativos de lo mal que andamos en matemáticas la mayoría de los argentinos.
    Estoy harto de escuchar frases como “un pequeño grupito”, “4 ó 5 boludos”, “una minoría del público” y otros cálculos absurdos que pretenden minimizar la plaga de violencia que ha infectado a nuestra sociedad.
    Junto al atorrante que introdujo el gas en la manga se vio por TV una docena de hinchas con sus caras tapadas (por las cámaras y/o por no respirar la sustancia tóxica) en claro apoyo a la maniobra; se vio a decenas de hinchas (no barrabravas) insultando y amenazando al periodista que filmaba esa escena; se vio a centenares de hinchas de Boca insultando al plantel de River; se vio a miles de ellos aguardando en los alrededores de la Bombonera para agredir a los jugadores de River.
    En fin, se vieron cosas terribles que, lamentablemente, no hacen reflexionar a nadie y sólo han merecido el estúpido cálculo de “4 ó 5 boludos que no representan a nadie”.

  2. Coincido con Néstor.
    Esos que hablan de minorías son los mismos que vienen creyendo esos ridículos mitos de que “lo mejor que tenemos es el pueblo” y “Argentina un país con buena gente”
    En las canchas, en los escraches, en los cortes de calles, en los piquetes, en las tomas, en los festejos deportivos o estudiantiles los que no adoptan actitudes violentas son la verdadera minoría.
    Como será que ahora los hinchas de Boca califican de durísima la ridícula sanción que les dio la Comebol, y hasta hubo un jugador de Boca que comentó que ellos son victimas de la mafia del Comebol, que debio haber sancionado a River por haber hecho abandono de la cancha.

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