La llegada de la psicóloga, Juliana Di Tullio, ultra K y de acceso habitual a CFK se quedó con un lugar en el directorio del Banco de la Provincia. Un cargo súper codiciado en la política, cuando se paga bien, es una demostración de fortaleza de quien la impulsa en este caso la ex presidenta.
Quizás la especialidad de la ex diputada nacional, no sea la más requerida en un cuerpo orgánico que debe definir operaciones bajo aspectos técnicos contables, no vinculadas precisamente a la psicología, con nítidos conocimientos que brindan las especialidades humanitarias.
Por estos días, paralelamente tuvo generosa difusión, el trabajo de una encuestadora muy poco conocida como Query Argentina, cuya representación ejerce el ex presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, Gustavo Marangoni, como vocero de Daniel Scioli llegó a ser presidente de la entidad crediticia bonaerense.
Técnicamente, el politólogo entregó en 2015 el Banco Provincia en condición ruinosa, tras la campaña presidencial del ex gobernador. Marangoni trabajaba en ese momento, codo a codo con Fabián Perechodnik, tratando de llevar a la presidencia de la Nación, al recién ahora cuestionado y polémico Daniel Scioli. En este reciclaje tan fulminante como dinámico, Perechodnik, desde la asunción de María Eugenia Vidal, terminó desempeñándose como secretario General de la gobernación bonaerense. Todos hombres públicos.
En este mix entonces, no debería extrañar el nombramiento de Di Tullio fruto de acuerdos y negociaciones políticas. En el caso de Marangoni, no es común que el vocero de un gobernador sea presidente del mayor banco público provincial. Junto a Karina Rabollini, como presidenta de la Fundación Banco Provincia, tuvieron un manejo discrecional de recursos afectados a la campaña electoral.
Los más memoriosos recuerdan además con anterioridad, el paso por el Banco Provincia de Guillermo Franco, un allegado a Eduardo Eurnekián. Franco, con otros ex funcionarios de carrera del BAPRO, están desarrollando un banco 100 % virtual, de características low cost. Los costos de la política por las nubes.
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