Jorge Elias Gomez, Opinión

“Daniel, en el accidente no perdiste el brazo, perdiste el corazón”

En el ex Almacén Condal, Alsina y Garay, era habitual que se prolongara la jornada de las redacciones. Las mesas de colegas trabajadores en medios de comunicación de la ciudad, se extendían en anécdotas, de aquellas que generalmente nunca salen publicadas.

Uno de los más fieles colaboradores de Daniel Scioli, quien siguió toda su carrera deportiva, se sentía particularmente defraudado, decepcionado por la conducta del hombre que había llegado a la política con Carlos Menem y había sido vicepresidente de Néstor Kirchner, antes de ser gobernador de la Provincia de Buenos Aires.

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Scioli conoció de los atajos para llegar, a tal punto que por muy pocos votos no accedió a la presidencia de la Nación a través de las urnas, y muy posiblemente hasta desafiando la conspiración de CFK contra su objetivo.

Quienes hemos recorrido redacciones desde hace décadas, hay un detalle que difícilmente se pueda olvidar. La obsesión de Scioli por las fotos, cuando competía en una categoría de lanchas de carrera, muy cuestionada y de dudosa legitimidad.

 Si el hombre de La Ñata, corría en países europeos se contaba con un servicio de fotografía, que permitía que sus triunfos fueran reflejados gráficamente en cuestión de horas. No había internet ni whatsapp, para tener una idea de la dimensión a la cual nos estamos refiriendo.

Con una destreza increíble, se podía observar como con sólo un utensilio, que usaba como tenedor y cuchillo, daba cuentas de las inolvidables costillas de asado en Trenque Lauquen de la Costa, no la de Mitre y Garay, para ser más precisos.

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Scioli ha logrado una indulgencia con escasos antecedentes y gozó de una protección judicial, política y mediática que le permitió ir sorteando obstáculos en su ambicioso camino a la Casa Rosada. Su aliado incondicional, y muy bien pagado, resultó ser Florencio Aldrey Iglesias, quien puso el multimedios La Capital al servicio de la candidatura, de quien merecía según la línea editorial acceder al sillón de Rivadavia en 2015.

Scioli, según se relató a veterano cronista, reclamó la devolución de un préstamo de dinero, que se había destinado a un niño que había sufrido un accidente automovilístico. La suma era necesaria para una mejor recuperación motora del menor. Un tratamiento de alta especialización que requería del pago de altos honorarios. El gobernador en funciones, escuchó la terrible sentencia sobre su proceder: “Daniel, en el accidente vos no perdiste un brazo, perdiste el corazón”, casi impropio de escuchar para un político con pretensiones.

Muy difícilmente, el ex motonauta haya salido de la política (aún es diputado nacional) en la pobreza. Lo cual, no obsta, que el reclamo del préstamo no haya sido legítimo. Pero dejó expuesta una conducta por lo menos inoportuna, de una condición poco generosa y nada solidaria, ante lo que significaba nada menos que un niño se recuperara totalmente de sus lesiones.

A la hermana Ana María, directora de la Gruta de Lourdes, Scioli la hizo esperar tres horas en Polideportivo de la Villa Deportiva de Camet del Banco de la Provincia de Buenos Aires. La atendió y prometió asistencia del Estado Bonaerense, para el Hogar de Ancianos y Enfermos que funciona en el emblemático paseo litúrgico marplatense. Unos meses después, la religiosa recibió un sobre con un cheque para el asilo, Scioli había cumplido su promesa.

Pero la sorpresa fue el monto destinado, mínimo en relación a las necesidades de una entidad de esa envergadura. Era la suma anual  proporcional, a la coparticipación con otras entidades, de los litros de aceite usado que los restaurantes donan cuando ya no pueden aprovechar. Eso era lo que había para la Gruta de Lourdes.

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El tema de los subsidios, en los que se ha involucrado al diputado provincial Rodolfo Manino Iriart, es puntualmente investigado por el fiscal Álvaro Garganta,  la causa avanza lentamente en la siempre morosa justicia bonaerense que el P.J. ha sabido domesticar desde 1987 a la fecha, aunque se reconocen algunos avances.

Decía Karina Rabollini “Daniel hace que me enamore cada vez más”, corría el 2014 era entonces la presidenta de la Fundación Banco Provincia. Los desvíos a la campaña presidencial de Scioli 2015 dejaron bajo la lupa los recursos que debían ser destinados a escuelas, jardines de infantes, salas sanitarias, hospitales, asilos etc. Rabollini desapareció de las cercanías de Scioli ni bien se anunció el triunfo de CAMBIEMOS y de Mauricio Macri a la presidencia de la Nación. Encuestas, viajes, actos, cotillón fueron gastos corrientes, en lugar de medicamentos, ropa de cama o banderas de ceremonias, cambio de proveedores.

Toda la familia del ex gobernador, pasó a desempeñarse en la entidad crediticia madre de la provincia, Nicolás, José (Pepe), Lorena y desde el Banco, se apalancó el despliegue proselitista que dejó en la ruina el kirchnerismo y comprometido todo el financiamiento de la gobernación bonaerense. Un politólogo fue designado como presidente, Gustavo Marangoni, quien en la práctica era un operador político de campaña, e incluso llegó a inaugurar la sucursal Güemes, Alsina 2640 de esta ciudad.

Jorge Elías Gómez

jgomez@mdphoy.com

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