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CRÍTICA / TEATRO: “Habitación Macbeth”

Foto: Hebe Rinaldi, Teatro Auditorium.

UNA CEREMONIA DE LA DEVORACIÓN

Por Virginia Ceratto
(especial para Mdphoy.com)

Magistral Pompeyo Audivert en “Habitación Macbeth”, donde, como actor y director, este formidable creador logra en una puesta sin precedentes conjurar a Shakespeare y a Borges en un unipersonal donde se funden el texto del dramaturgo inglés con palabras del escritor argentino, en un tema que se arraiga en la tragedia griega y que fue y es tan preciado para ambos… y los griegos: el Destino.

“I’m looking for the face I had before the world was made. Yeats: The winding stair”. (Estoy buscando la cara que tenía antes de que el mundo fuese creado).

Esta cita precede un cuento de Borges, y la misma se desenvuelve en toda su obra. Podríamos decir lo mismo de la mayoría de las tragedias de Shakespeare, dramaturgo que ahondó en ese gran tema en tragedias como “Hamlet”, o la que da carne a esta puesta magistral: “Macbeth”.

En Shakespeare, y Audivert muy bien lo sabe y transmite, el destino es, como en la tragedia griega, inexorable. Y sean cuales fueren las peripecias para cada protagonista, siempre encontrará su verdadero rostro, al decir de Borges, es el espejo final. Sea cual sea el laberinto múltiple de pasos… el héroe trágico enfrentará su sino y esto ofrecerá esa especie de comunión con el público, la catarsis.

Se pregunta Borges en “Ajedrez”: “Dios mueve al jugador, y éste la pieza… ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza de polvo, de sueño y agonía?”.

Y en este unipersonal, verdadera maravilla, este Dios pueden ser las brujas, hijas de Hécate, las mismas que para los griegos movían los hilos de cada criatura. Impasibles y burlonas. Crueles, inefables.

De estirpe griega también es la condición de que lo sangriento ocurra fuera de escena. Y sin embargo, ese apego a no presentar lo obsceno, poniéndolo en el sentir y pensar del protagonista, hace de esto un logro, y lo obsceno, paradojalmente, está, casi como si lo abyecto fuera imprescindible y raramente sumara a la belleza, que no tiene ni bondad ni maldad. Es absoluta y subsume en sí todos los contrarios.

La puesta impacta desde el comienzo con el rojo que anuncia lo que vendrá. Rojo de lo que se mueve en el caldero, rojo de la sangre derramada, rojo de la pasión, en pura etimología: lo que no se puede evitar.

Esa iluminación, también diseño de Audivert,  al extremo puntillosa y con juegos de sombras que se proyectan incluso sobre el espectador,  apenas unos elementos de múltiple funcionalidad y un vestuario despojado, casi unos harapos, bastan al magistral juego del actor, que explota -con una naturalidad impresionante- la corporalidad y la voz, y da vida a todos los personajes de “Macbeth”. Hombres, mujeres, caballos, criaturas, en una especie de versión queer, uranista, que también suma a la actualidad de un clásico universal, con la actualidad que transitamos. Hoy. Ahora.

Y más. Porque en esta “Habitación Macbeth”, como en la original, dialogan el Destino y el Poder. Y lo Fatal. Algo que se acerque más a la fatalidad que el Poder, ¿deseado o heredado?

Un aparte para la sincronía perfecta con la interpretación de Claudio Peña en la música incidental en vivo y en sus breves y  eficaces intervenciones con ese otro instrumento de cuerdas, la garganta. Su ejecución del instrumento da intensidad a los climas, y su voz interpreta lo que la razón, y la insensatez no quieren ver: el cumplimiento del destino. La justicia si el espectador o lector quieren. Justicia que tarde o temprano, llega. Ese íntimo cuchillo en la garganta…

Imagino, sospecho, que también crear una obra en pandemia, porque más que una adaptación o versión, esta es indudablemente una creación, alude, en ese confinamiento y esa soledad de un actor que es todos sus personajes en la caja que supone un escenario, al confinamiento y la soledad que el destino nos impuso. Afortunadamente, Audivert consiguió en ese trance lo mejor en la adversidad, que pudo torcer, pero no, lo que sus pasos pedían: teatro. Perdón… TEATRO.

Ficha técnica:

Dramaturgia, dirección y actuación de Pompeyo Audivert. Diseño de luces: Audivert. Música incidental en vio: Claudio Peña. Hasta el domingo en Sala Payró, a las 21:00.

2 Comentarios

  1. blank Migueltaroncher@gmail.com

    Esta crítica no deja otra opción que la de no perder más tiempo y conseguir una entrada para disfrutar del teatro con letras mayúsculas.

  2. La vimos anoche en el Payró como ya antes en BsAs , con Analia Caviglia , a esta maravillosa creación donde disfrutamos , nuevamente , hasta las palabras del silencio. ( Fantástica critica de Virg8nia )

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