Salud

Covid-19: Mar del Plata con más casos que otras ciudades grandes: testeos insuficientes y pérdida de nexo epidemiológico

Con 359 casos confirmados de coronavirus desde que comenzó el mes de julio, Mar del Plata se convirtió en una de las grandes ciudades del país con más contagios, superando inclusive a Rosario, que la dobla en cantidad de habitantes. Con sólo subrayar que entre el 12 de marzo y el 30 de junio se habían registrado apenas 49 personas con el virus, se comprende la verdadera dimensión de la situación actual. Pero como se dijo desde este medio tiempo atrás, la cuestión económica pasó a ser la preocupación más importante para la sociedad, por encima del aspecto sanitario.

Y hacia allí apuntan claramente las nuevas medidas. Con la flamante flexibilización del controvertido sistema de fases que impusiera el gobernador bonaerense Axel Kicillof a comienzos de junio ante el avance de la pandemia de coronavirus, queda más que claro que, al menos por el momento, el concepto sanitario que articula las recientes decisiones en todo el país es que “hay que convivir con el virus”. Lo cual no deja de generar mucha indignación en aquellos miles de comerciantes y empresarios que debieron cerrar sus puertas mientras sus negocios estaban cerrados y había pocos casos. La pregunta surge inevitable: ¿Por qué no lo hicieron antes?. Tal vez se habría evitado un crack económico y unos efectos psicológicos en las personas que aún no se pueden medir.

En este sentido, y ratificando lo antedicho, la provincia de Buenos Aires acaba de implementar cambios en relación al protocolo a la hora de definir casos sospechosos y la posterior toma de muestras para diagnósticos de la nueva enfermedad: con el claro objetivo de optimizar recursos, se tomó la decisión de no hisopar a personas asintomáticas que provengan de zonas con circulación comunitaria de coronavirus. Toda una declaración de principios por parte de la administración de Kicillof.

En cuanto a las mencionadas fases, se establece que en la número 4 estarán todos los distritos “en donde se haya producido un brote o un aumento significativo y repentino de casos COVID”. La permanencia en esta fase se centrará en “la velocidad de transmisión, medida en términos de tiempo de duplicación, o la ocurrencia de casos autóctonos en donde se verifique que la cadena de transmisión se corresponde con un escenario de transmisión comunitaria”. Y agrega que allí se ubicarán “aquellos municipios que en los últimos 14 días hubiesen tenido más de 10 nuevos casos COVID cada 100.000 habitantes por semana”. Además de amañado, el sistema permite la proliferación de distintas suspicacias y especulaciones.

Sea como fuere, dicho esquema no hace más que desalentar a los Intendentes de la provincia a implementar políticas agresivas en busca del virus en pos de posicionarse, al punto de llegar a la obsesión, para poder avanzar de fase, y de ese modo, rescatar a una economía exhausta y con una grave crisis. La sociedad comenzó a mostrar evidentes signos de hartazgo y de agotamiento económico y la dirigencia tomó nota. Pero ello no debiera ser excusa de ciertas omisiones por parte de los jefes comunales.

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En Mar del Plata hace meses se viene advirtiendo desde diversos sectores sobre la baja cantidad de testeos que realiza la Municipalidad y la necesidad de confeccionar un mapa epidemiológico a partir de un intenso rastreo. Los pocos casos registrados en la ciudad desde el comienzo de la pandemia generaron una falsa sensación de triunfalismo, no sólo en la dirigencia sino también en una buena porción de importantes sectores sociales, que se derrumbó en los últimos días. Ahora, resulta casi patético contemplar a los dirigentes hacer denodados esfuerzos por intentar explicar que en Mar del Plata no hay circulación comunitaria.

Según la Organización Mundial de la Salud, se considera que hay tal situación cuando se llega al momento en el que “ya no es factible relacionar los casos confirmados de personas contagiadas a partir de un caso conocido y a lo largo de una cadena de transmisión”. Es decir que hay transmisión comunitaria cuando el virus circula (o comienza a hacerlo) libremente en la sociedad, sin que sea posible identificar cuándo, cómo y a partir de qué las personas están transmitiendo el virus y contagiándose entre sí”.

Si bien la mayoría de los contagios registrados en los últimos días se originaron en el Hospital Houssay, en una pesquera ilegal y en un geriátrico, lo cierto es que hay cerca de 30 personas de las cuales no se logró establecer el nexo epidemiológico. Por ejemplo, el sábado 18 de julio se informó que 3 de los 16 casos confirmados no se sabía dónde se habían contagiado, lo que representa casi el 19%. Y al día siguiente, no se logró establecer el nexo de 11 contagios sobre un total de 52, es decir, más del 21%. Pero además, cabe recordar que entre marzo y junio, en poco menos de la mitad de los casos informados no se logró determinar la cadena de contagios. Tampoco se sabe a ciencia cierta cómo se pudieron haber contagiado los llamados “Caso 0” tanto del nosocomio como de la empresa portuaria.

“El nexo epidemiológico se debe establecer de inmediato, sino se diluye”, le había dicho a este medio hace 30 días un reconocido médico de la ciudad, añadiendo que “si no se logra determinar el nexo, quiere decir que en algún lado se lo contagió, por ende hay virus circulando. Es un circuito chico, la familia, una reunión, el trabajo. Una vez que saliste, no hay nexo”. Y concluye: “No se encuentra lo que no se busca. Tener un mapa epidemiológico permite cumplir con una de las funciones primordiales de la Salud Pública: realizar una vigilancia epidemiológica”.

Además, desde que se produjo el brote, los partes que emite a diario la Municipalidad resultan cada vez más imprecisos: en ninguno de ellos se hace mención a la cantidad de personas que fueron hisopadas y que están aguardando el resultado. Inclusive, se informó de casos en un Centro Oftalmológico, en la sede local del PAMI, en el CEMA (Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias), y en la Unidad Penal de Batán, de los que nada más se supo. Y la información que se conoce un día parece diluirse horas después. Por ejemplo, la semana pasada se informó desde la nueva dirección del Houssay que entre el jueves 16 y viernes 17 se iba a testear a todo el personal del nosocomio. Pero 3 empleados de dicho establecimiento le confirmaron a este medio que al no presentar síntomas, no fueron hisopados.

Hay más. Desde el bloque Acción Marplatense, la concejal Paula Mantero, solicitó que se implemente urgentemente el programa Detectar. “Es inexplicable un día más de dilación. Se debe testear para relevar los casos que se van produciendo”, señaló. Ya el pasado 22 de mayo, se le había pedido al Ejecutivo local explicaciones por la demora en su implementación. El Operativo DetectAR (Dispositivo Estratégico de Testeo para Coronavirus en Terreno de Argentina), que se propone establecer estrategias especiales para el abordaje territorial en los Barrios Populares o en áreas definidas donde se detecta o estima un incremento en el número de casos., fue implementado por el Gobierno Nacional a comienzos de mayo y la administración que mejor lo utilizó fue el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Siempre se dijo que Mar del Plata posee un “conurbano propio”. Con el 12% de desocupación y más del 30% de su población bajo la línea de pobreza-cifras que crecerán exponencialmente en los próximos meses-, la ciudad tiene al menos 80 asentamientos precarios donde habitan miles de familias, y numerosos barrios donde las condiciones de vida son muy difíciles. Uno de ellos es “Las Heras”, en el cual viven 35.000 personas y donde se registraron varios casos de coronavirus a partir del brote ocurrido en una pesquera. De hecho, hay un bebé de 20 días contagiado junto a su madre, ambos internados en el Hospital Materno Infantil-donde también se reportaron recientes contagios-y desde los Centros Barriales de Emergencia afirmaron haber tenido que cerrar comedores en dicho barrio debido a los casos positivos. Sin embargo, el Municipio no avanza en dicha dirección y no se informa de manera clara al respecto. Los partes solo se limitan a informar sobre contactos estrechos de casos confirmados, pero poco más.

Desde este espacio ya se había insistido en la falta de rastreo en las zonas más vulnerables de la ciudad. “Testear solo a los casos sospechosos no permite realizar una historia clínica, muy importante para saber dónde estamos parados. Por ejemplo, saber dónde vive la persona infectada y salir a hacer muestras de una porción del barrio donde vive, más cuando se trate de zonas altamente concentradas. Eso no se hace y es muy necesario”, afirmó hace 60 días un reconocido galeno.

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Tampoco parece hacerlo en relación a los geriátricos, uno de los espacios más sensibles a la nueva enfermedad, al encontrarse allí una de las poblaciones de más alto riesgo. A fines de mayo, la Justicia Federal de Mar del Plata dispuso investigar una Residencia, llamada “GEMA”, por no cumplir con los protocolos. En paralelo, el Intendente Guillermo Montenegro encabezó un control de rutina en el Hogar Municipal de Ancianos “Eva Perón”. Ambos hechos tuvieron lugar luego de la presentación de un proyecto en el Concejo Deliberante para reforzar el control de los geriátricos. Casi dos meses después, el Municipio reconoció que se registran contagios en 8 geriátricos.

El mismo profesional consultado ya aseguraba por aquellos días que “no se trata de hacer testeos sin ningún criterio, pero al sólo testear los casos sospechosos, no puede diseñar un mapa epidemiológico, fundamental e imprescindible”.

En este sentido, cabe mencionar que la Municipalidad de General Pueyrredón misteriosamente no adhirió a un importante software que desarrolló el propio

Instituto Nacional de Epidemiología (INE), con sede en la ciudad, para el seguimiento de casos, que ya es utilizado por 14 municipios. Su directora, Irene Pagano, manifestó que la iniciativa que se impulsó en junio busca determinar la “incidencia, letalidad y características clínico-epidemiológicas” que tiene el coronavirus en la población. Una de las misiones fundamentales del INE es precisamente la vigilancia epidemiológica, algo sobre lo que reconocidos médicos de diferentes espacios marplatenses han venido haciendo especial hincapié. Así mismo, Pagano remarcó que todas las muestras debieran realizarse en el organismo que ella preside, y no en laboratorios privados, como ocurre actualmente.

Pero la preocupación por el aspecto económico de la crisis es entendible. Las arcas públicas están vacías y la economía cruje por todos lados. Para así arribar a un escenario complejo y absolutamente contradictorio: durante más de 100 días, a la par que prácticamente no se registraban casos de coronavirus en Mar del Plata, todo el rubro gastronómico permaneció con las persianas bajas, mientras que ahora, con un promedio de casi 18 casos por día, los restaurantes y cervecerías están a punto de abrir sus puertas. Cabe recordar que desde hace más de 15 días el servicio de cafetería ya se encontraba habilitado hasta las 19 hs. La situación descripta termina siendo una parábola sobre el país: la temprana implementación de la cuarentena originó este despropósito.

Ya se había afirmado desde este espacio: “El impacto económico del aislamiento es devastador y le resulta muy difícil a los Intendentes decretar el cierre comercial si se evidenciara un brote de casos”. Al comienzo de la pandemia, la dirigencia política mostró un temor que no se apreciaba desde el rugido social de fines de 2001, cuando la consigna era “que se vayan todos”. Por estos días, el espanto que une a los dirigentes es la inevitable hecatombe económica que produjo la cuarentena.

No obstante, si la decisión es convivir con el virus, resulta más que necesario tener información clara y precisa, a la vez que asumir la enfermedad. Algo que escasea. Al menos hasta el momento.

Pablo Portaluppi

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