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Caso Plaza del Agua: doble vara de la política con los negocios y la cultura

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Como si hicieran falta frentes de conflicto en medio de la pandemia de Covid-19 que tiene a maltraer al actual gobierno del intendente Guillermo Montenegro, el proyecto que estudia el Ejecutivo para poner en manos privadas la gestión de la Plaza del Agua genera otro espacio de tensión, tal vez innecesario en este contexto aunque con sus gestos significativos.

El proyecto, que encabeza el empresario mediático Marcelo González (entre otros asuntos es el propietario del “Espacio Clarín” y de la web “El Marplatense”), tiene como fin la puesta en valor de las instalaciones de la Plaza del Agua, ubicada en Güemes y San Lorenzo, como así también el diseño de su programación cultural. Desde el Gobierno municipal se ha dicho que no se trata de una privatización, sino de una suerte de aporte privado a un espacio público.

Como era de esperarse, desde diversos espacios culturales se han manifestado en contra de esta posibilidad. La relación entre lo público y lo privado, vinculado con lo cultural, es un asunto que siempre provoca rispideces. Se entiende que la cultura, en este contexto, es un bien que debe defender el Estado y que la presencia de lo privado significaría una limitación a las expresiones divergentes. Es un miedo razonable y entendible, y en la ciudad tenemos ejemplos a mano (y recientes) para suponer que la intrusión de lo privado nunca redunda en un bien público.

Uno de los reclamos que se conoció fue una carta firmada por varios ex secretarios de Cultura de la Municipalidad y algunos referentes del área, con experiencia en la ciudad. Se trata de un texto necesario y claro respecto de cuáles deben ser las incumbencias del Estado en materia cultural: “Entendemos que sin perjuicio de la integración de los sectores público y privado para la concreción de proyectos de cualquier índole, los espacios públicos deben ser gestionados y programados por el Estado, único garante de valores de equidad, pluralismo y sentido comunitario en los sistemas democráticos”, dice el texto con total certeza.

Ahora bien, no deja de ser curioso que entre las firmas de esta carta aparezcan los nombres de Luis Reales, Carlos Rodríguez y Leandro Laserna, ex secretarios de Cultura durante el gobierno de Gustavo Pulti, quienes evidentemente en los tiempos en que fueron funcionarios no pudieron evitar el involucramiento del empresario Florencio Aldrey Iglesias en las cosas del Estado, fundamentalmente las culturales.

Durante aquellos años (incluso de antes, pero fundamentalmente en esos años) Aldrey Iglesias lograba polémicas “licitaciones”, como las del Hotel Provincial (gracias a su amistad con el ex gobernador Daniel Scioli) y la del predio de la Vieja Terminal, dos espacios emblemáticos de la forma en que el poder del empresario mediático se ejerce de manera imprudente.

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Sin dejar de recordar sus presiones para que la Feria del Libro abandone su carpa céntrica y se mude al Hotel Provincial, algo que por cierto no logró con la Feria de las Colectividades, que mantuvo su espacio a pesar de las presiones.

Por cierto que algunas de estas voces que hoy se levantan, con justa razón, contra el proyecto que busca tomar posesión de la Plaza del Agua, se acallaron por aquellos tiempos. Lo que redunda en una doble vara para medir la injerencia de lo privado en lo público, como si antes de elevar la voz si fijaran quiénes son los interesados y cuál sería el costo político de cuestionarlos.

Pero hoy esas voces encuentran en el diario “La Capital”, propiedad de Don Florencio, una tribuna desde donde cuestionar el proyecto de Plaza del Agua. Porque hoy al diario centenario de la ciudad sí le preocupa la injerencia de lo privado y el cuidado de los espacios públicos. Decíamos doble vara, aunque en algunos casos es hipocresía o simple cinismo.

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