Carlitos (33) está de vuelta. Aun sin jugar, ilusiona. El último fin de semana, entre Cardales, La Boca y Mar del Plata, el jugador revalidó su romance con la hinchada xeneize. Arrancó el sábado de pretemporada rodeado de sus compañeros, pero concentrado solo en la habitación 662 del Sofitel Cardales. Fue entonces cuando confirmó su decisión de tomar la camiseta número 32 –que tantas satisfacciones le dio–, respetando que hoy la 10 en Boca la tiene el colombiano Edwin Cardona. Eso sí, para la Libertadores va a pedir la 11, camiseta con la que ganó la Copa con Carlos Bianchi como técnico, en 2003.
Con la sonrisa de siempre, el domingo se trasladó a Casa Amarilla, para retomar los entrenamientos “en su casa”. Sólo después del mediodía, aprovechando que el técnico dejó libre al plantel hasta el martes, viajó a Mar del Plata para almorzar con el Tano Angelici y el Chiqui Tapia, y despuntar su gran vicio: el golf. El lunes, decidido a pasarlo entre amigos, Carlitos estuvo con su mujer, Vanesa Mansilla (33), y sus hijos Florencia (12), Katie (7) y Lito (3) en el Balneario 12, de Punta Mogotes. Mate, truco y charlas de fútbol, para después subir hasta el estudio de TyC Sports Verano y esgrimir algunas reflexiones sobre su paso por el Shanghai Shenhua –que al equipo chino le representó una inversión de 40 millones de dólares por un año– y plasmar las sensaciones de su vuelta.
“Vine a ganar la Libertadores. Volví porque el barrio es lo que soy. Me aman por lo que hago adentro y afuera de la cancha. Cuando aterricé en China me di cuenta de que quería volver a Boca. Por eso, cuando firmé el contrato había puesto la cláusula de Boca. Siempre tuve el instinto… Me fui sabiendo que iba a volver”, aseguró, para despedirse con un contundente: “Me voy a retirar con la camiseta de Boca”.
Por Ana van Gelderen. Fotos: Diego García.
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