Arte y Cultura, Cultura

Artista desconocido inaugura leyenda

blankPor Virginia Ceratto

(especial para Mddphoy)

En medio de un temporal y como surgida de la niebla y la tormenta, una enigmática figura femenina, trabajada con esmero en cemento, apareció emplazada en Playa Chica. Nadie sabe quién fue su creador. Nadie acierta, y tal vez no sea necesario, cuál es su referencia o significado. Porque en tiempos en donde la figura femenina tiene protagonismo, por sus luchas, por los graves femicidios, por su potencial, por la reivindicación del rol de la mujer en la ciencia y en la religión, seguramente, ése sea un detalle que suma. No saber, porque no aplica a la norma.

Vamos a suponer, a aventurar, no explicaciones, sino significados. Apelemos al orden de lo simbólico.

Son tiempos, desde hace tiempo, de egos y protagonismo. Y sin negar el derecho indudable de, precisamente, el derecho de autor, quien haya sido artífice, ha renunciado al reconocimiento de su nombre. Como desafiando la normalidad que regía desde hace centurias, como volviendo a los tiempos remotos. Y esto ya, es valorable. Y no digo que los artistas deben abdicar de su autoría en pos de la obra, pero acá hay algo de renuncia en pos de otra mirada. Y eso es encomiable.

Luego… desde hace ya mucho tiempo, la figura de la mujer, su lucha, su desamparo, y enmarco también aquí a las travestis, se ha hecho visible, para desenmascarar la violencia que la sociedad toda, por acción u omisión, ejerce sobre ellas, sobre nosotras. E insisto, las travestis eligen percibirse en la escritura con A. Y no es éste un escrito para ponderar ni denostar la X, a la que me remito siempre que pienso en un mundo diverso.

Entonces, esta figura que con el peso de su estructura, directamente proporcional a la vulnerabilidad de su desnudez mira hacia el mar, marca un desafío. El de una mujer que aún en el desamparo enfrenta lo inconmensurable del mar. Que puede ser un remanso, un inicio de viajes, o una catástrofe…

Esa desnudez se expone. Y al exponerse, denuncia complicidades, corrupción, indiferencia, y recuerda la lucha de quienes luchamos contra esa complicidad, esa corrupción, esa indiferencia, esa violencia. Dice mucho, en su silencio, no de cal y canto… sino de cemento y canto.

Porque también en su mudez, canta.

Por eso muchos la han asimilado, yo también, con nuestra sirena, hermana de la danesa. Esa Ariel que por amor cobró forma humana y entregó la voz. Y fue abandonada.

Y ahí pienso en las víctimas de femicidio. Que perdieron la vida. Que perdieron la voz. Y que siguen teniendo alma… Solo lo que tiene alma tiene voz, decía Aristóteles. Nuestras mujeres y travestis muertas perdieron la voz, y siguen teniendo alma. Y su voz callada es nuestro grito.

Y hay más.

Mar del Plata es una ciudad marina. Lo sabemos. También, en un 2021 que según la data africanista está regido por Iemanjá, orixá del mar, de la vida, en un culto que, si bien ha sido reconocido pero que aún es visto por muchos como sospechoso… por decir poco, aparece esta ninfa del agua. Una Iemanjá… representante de una religión que nos llega a América con los negros esclavizados, y que no termina de ser aceptada por todos. A pesar de los favorables y positivos cambios de los últimos tiempos, cambios que parte de la sociedad ha aceptado gracias a la labor incansable y encomiable de los referentes máximos de ese culto y de sus fieles.

Y esa figura de Iemanjá, que a viva voz es practicada por muchos y en secreto por muchos también, viene a representar a las excluidas, a las victimizadas, a las vulnerables y violentadas… a las estigmatizadas. Violadas, torturadas, muertas a causa de la violencia no solamente de criminales, sino de una sociedad que no acepta a las minorías, sobre todo a la diversidad. Y hago esta diferencia, porque una cosa es formar parte de una minoría encuadrada en lo formal del patriarcado, por ejemplo, una persona con X síndrome, que formar parte de una minoría que, voluntariamente, se aparta de la norma. Llámese la de pertenecer a una religión no oficial, como la católica, judía, budista, que elegir formar parte del africanismo. E insisto, no conozco la fe de quien creó esta estatua. NO sé si es Iemanjá. Pero sé que Iemanjá en América, como Tanit en Ibiza, resumen esa discriminación de las que son objeto muchas personas.

La discriminación de la que son objeto, cultos aparte, las que son investigadas porque usaban -usaban porque fueron asesinadas- faldas cortas, o practicaban la prostitución.

Esta nereida, y la llamaré así por su vínculo con nuestro mar, representa a la Mujer. Desnuda, elemental, desposeída, hasta de un creador, y sin embargo, fuerte, imbatible. Esta nereida nos representa a todas, y uso la a, porque sé que las travestis eligen la A. Y representa también a las mujeres que sin ser víctimas de luchas, se suman a las luchas.

La lluvia de este carnaval en la costa, signado por la tormenta, el esfuerzo y el compromiso de su artífice, trajo un signo, un mensaje de que el cambio, aunque muchos quieran tapar el sol con un dedo, ha comenzado.

Y ha comenzado desde hace una centuria. Aquí no hay partidos. Aquí no hay posturas de un lado u el otro de la grieta. Porque aquí se pone de manifiesto el equívoco y la falacia de lo políticamente correcto. Aquí se representa a las mujeres, nacidas mujeres, autopercibidas como tales, y a las travestis, y a las castas, y a las putas, argentinas, migrantes… Aquí se honra a las que la Ley no ha protegido. Por qué, porque su nacimiento a la luz o la niebla de esta ciudad llegó, sin papeles, sin amparo… Para quedarse.

Podrá su autor regularizar, según criterios municipales, su situación. O no. Lo hecho, hecho está. La vida se impone. Y el arte se impone.

Esta nereida llegó para quedarse.

En buena hora.

10 Comentarios

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