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Amplían los procesamientos en la causa que investiga una secta que reducía a la servidumbre y explotaba a sus integrantes

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Funcionaba en un hotel céntrico de la ciudad balnearia. Se suma ahora un quinto acusado, que era psicólogo e instructor de yoga. Además, el número de víctimas asciende a 33. Los delitos que se imputan son reducción a la servidumbre, trata de personas con fines de explotación sexual y laboral agravada, y falsedad ideológica de instrumento público, en perjuicio de 13 víctimas. Se denunciaron e imputaron también tres casos de abuso sexual, torturas y vejaciones.

En el marco de una investigación en la intervino la Fiscalía Federal N°2, a cargo de Nicolás Czizik, el juez federal Santiago Inchausti resolvió este viernes la ampliación de los procesamientos dictados en la causa que investiga a los responsables de una secta que reducía a la servidumbre a sus integrantes, captaba y acogía con fines de explotación sexual y laboral, mediante el uso de engaño, amenazas y violencias. La nueva resolución sumó un nuevo y quinto imputado, quien actuaba como psicólogo e instructor de yoga en la organización, y las acusaciones por 28 nuevas víctimas. A su vez, se confirmaron en esta instancia del proceso, 13 casos de falsedad ideológica de instrumento público y supresión del Estado civil al anotarse como hijas/os de otros miembros de la secta, hijas/os propios del líder de la banda.
Los embargos también fueron ampliados hasta cubrir la suma de 66 millones de pesos, respecto de cada imputado, con el objeto de garantizar la posible pena pecuniaria, la indemnización civil y las eventuales costas del proceso, dada la magnitud de los hechos, que involucran, en principio, a 33 víctimas con posibles daños psíquicos, físicos y morales.
En la organización sectaria –de acuerdo a la prueba reunida-, que era manipulada por los cinco imputados que permanecen con prisión preventiva, coexistían tanto víctimas que fueron captadas abusando de la situación de vulnerabilidad en la que se encontraban inmersas, como víctimas que nacieron en cautiverio. Todas ellas eran obligadas a permanecer allí por circunstancias ajenas a su voluntad, mediante la imposición de temor, violencia, encierro, exhibición de armas, golpizas, convirtiéndose en este contexto en objeto de diversos hechos de torturas, vejaciones, trabajos forzados, relaciones sexuales no consentidas, matrimonios falsos y, en el caso de 13 de las víctimas, de alteración de su identidad.
Luego de los allanamientos, detenciones y procesamientos dictados en julio por la Justicia Federal  (https://www.fiscales.gob.ar/fiscalias/procesaron-a-los-responsables-de-una-secta-que-reducia-a-la-servidumbre-a-sus-integrantes-captaba-y-acogia-con-fines-de-explotacion/), el avance de la investigación permitió ampliar las imputaciones, tanto por el delito de trata y reducción a la servidumbre, como así también los casos de abusos sexuales, torturas y vejaciones, y el delito de hacer incierto y alterar la identidad de menores de diez años, el que concurre idealmente con el delito de falsedad ideológica de instrumento público.
En ese sentido, fue clave que la realización de exámenes de ADN ordenados por el magistrado a requerimiento del fiscal Czizik, los que permitieron corroborar los testimonios de las víctimas que daban cuenta de su inscripción como hijos/as de matrimonios ficticios ordenados dentro de la secta y revelar sus verdaderas identidades biológicas como hijas e hijos del principal imputado.
Tras su reciente hallazgo y detención en la Ciudad de Buenos Aires, el juez también procesó por el total de 33 víctimas al psicólogo de la secta. Las pruebas arrojaron que el hombre era parte de la organización desde sus inicios, bajo su función profesional, como instructor de yoga, e incluso como disertante en conferencias a raíz de las cuales mantenía charlas personales con algunas de las personas que asistían, detectaba sus vulnerabilidades e informaba luego de ello al líder de la banda, para lograr su captación. Además, se lo acusa de haber abusado de la situación de superioridad que poseía en la organización, para someter sexualmente al menos a una de las víctimas.
En relación a los hechos de abuso denunciados, es importante marcar que el líder de la banda  habría tenido, según relatos de las víctimas, aproximadamente quince hijos, trece de ellos con seis madres diferentes, y los restantes con dos de sus hijas biológicas, los cuales -salvo un único caso- habrían sido inscriptos o registrados como hijos biológicos de otros miembros de la congregación.
Hasta el momento, tres mujeres lograron denunciar los abusos cuando tenían entonces entre 9 y 13 años, aunque hubo casos que se prolongaron y reiteraron en el tiempo. En este sentido, la resolución repara en el proceso que conlleva poder dar cuenta de ello. Una de las jóvenes contó que con el tiempo se pudo dar cuenta de que lo sucedido había sido una violación, a pesar de que el principal acusado se lo hacía sentir como “una enseñanza”.
Trabajo interdisciplinario y asistencia a las víctimasEn el marco de la causa, se trabajó de manera interdisciplinaria entre el Juzgado y la Fiscalía. En particular, se contó con la actuación de la licenciada en Trabajo Social Mila Montaldo, a cargo de la Oficina de Coordinación de Asistencia a Víctimas de la Fiscalía General ante la Cámara de Mar del Plata, desde donde se logró dar asistencia psicológica profesional a las víctimas. De esta manera, se desarrolló la contención emocional y psicológica, avanzar en un apoyo económico y el acompañamiento a las víctimas, en virtud del proceso de victimización que venían atravesando. En este marco, se logró también la recomposición de lazos familiares que habían sido fracturados por el accionar de los imputados.
En la resolución el magistrado toma parte del informe social confeccionado, y remarca que pudo visualizarse el método utilizado en el marco del accionar de la organización investigada: “consistía en el aislamiento y alejamiento social/familiar una vez captado el o los individuos, suprimiendo todo lo relacionado a su vida anterior, para luego dar lugar al acogimiento, posterior explotación hasta el sometimiento del estado de esclavitud”.
El testimonio de las víctimas
Si bien aún resta la declaración de 13 víctimas, para el juez a partir del análisis de los relatos ya brindados y de la documentación recabada en la instrucción, puede afirmarse con el grado de probabilidad que la instancia requiere, que todas ellas se encontraban inmersas en la misma situación de explotación.
En este sentido, reparó en que todos los testimonios nuevos recibidos constatan los elementos que confirman que fueron víctimas de trata de personas y explotación laboral y sexual, según el caso. “Aún en el caso de aquellos que no se reconocen como víctimas y que aún decidieron seguir viviendo dentro del hotel donde funcionaba la secta, lo cierto es que de sus propios relatos se advierte el aislamiento al que eran inducidos, el modo en que eran controlados y, sobre todo, la falta de libertad de autodeterminación, a tal extremo que era el propio (líder de la organización) quien decidía a nombre de quién se inscribían los hijos de las víctimas”, señaló Inchausti, quien sumó: “No olvidemos que aquellas situaciones de abusos sexuales en las que eran obligados a participar menores con adultos o de modo grupal incluían a la mayoría de las personas que estaban captadas, y que todos obedecían las órdenes del principal imputado”.

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