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Alegría, entusiasmo y esperanza trajeron los jóvenes del encuentro con el Papa

“Estoy muy movilizado con la experiencia de la Jornada Mundial. En esta vuelta a la Argentina traigo muchas expectativas, para comunicar y transmitir todo lo que vivimos”, inició diciendo Damián Osacar, 25 años, a horas de su arribo de Río de Janeiro donde se realizó el multitudinario encuentro de la Iglesia católica joven.

Jóvenes+m..Cansados, pero felices, renovados en su fe y en sus ganas de asumir todo lo que aquí quedó – trabajo, estudio, compromisos pastorales – los jóvenes explican que esta jornada fue algo “increíble”, “inexplicable” para sus vidas. “La verdad que fue una experiencia que no se puede describir con palabras” remarcó Patricio Freire, 24 años.

“Sentimos un recibimiento de corazón, de una Iglesia muy alegre, que alaba constantemente y que se preocupa por el hermanos, es lo que pide el Papa pero ellos culturalmente son así”, expresó “Pato” haciendo referencia a la acogida de los hermanos de la ciudad carioca.

“La verdad que uno viene mucho más reconfortado, uno va buscando algo en especial y en mi caso vuelve más lleno de lo que iba a buscar, vine con una llama encendida en el corazón. Estoy contento de saber que la fe es proclamada por tantas personas de distintos países, en distintos idiomas, incluso de lugares que nunca se me hubiera ocurrido pudieran llegarse hasta este continente por ejemplo de Tanzania, o de Corea”, detalló Ezequiel García, 36 años.

“Más allá de las diferencias del idioma, compartíamos los mismos valores, por eso se podía hacer entender con el resto del mundo como si habláramos lo mismo. La actitud de sacarnos fotos entre o todos, intercambiar cosas entre las distintas naciones era algo muy lindo”, relató Damián.

 

Expectativas superadas

 “Como expectativa, tenía eso de experimentar la universalidad de la Iglesia, sabíamos que iba a haber jóvenes de todo el mundo, compartiendo la misma fe. La verdad que vivir la Jornada supera toda la expectativa que uno tenía, no se puede creer tres millones de personas en una misma ciudad y reflejando esos valores, uno se siente muy acompañado. Y aparte tener el plus de ser argentinos que la gente nos decía ¡uy como el Papa!”, señaló Damián.

Por su parte, Patricio, manifestó “tenía cero expectativas,  incluso tenía miedos. Pero fue muy fuerte llegar, ver al Papa, cruzarlo sin saber, y realmente superó todo evento, he hecho retiros, encuentros, pero supera muchas cosas y sobre todo me renovó el corazón”. “Brasil se pasó, son hermanos, porque demostraron ese mismo abrazo que Jesús nos va a dar algún día en algo muy sencillo y fue fuerte, es difícil de explicarlo”.

“Esta jornada me generó esperanza”, señaló Deborah Rodríguez Aranda, 34 años y añadió “a veces uno en el camino de la fe baja los brazos antes el primer inconveniente. El compartir con argentinos de todas las provincias, donde cada uno llegó a pesar de los distintos inconvenientes,  me dio esperanza, saber que no todo va a caer, que uno tiene que aportar su granito de arena y estar todos de acuerdo que así podemos hacer un mundo mejor”.

 

Un papa sencillo y amado por todos

 “El papa era un peregrino más con lo que decía y con sus acciones, no quiso ningún tipo de privilegio eso fue y es un ejemplo a seguir, somos capaces de poder hacer ese tipo de cosas” destacó Deborah de la figura del papa Francisco y agregó, “lo aman en todo el mundo por el ejemplo que da”.

“A todos nos quería saludar, y por cuestiones de seguridad no pudo hacerlo. Se nota el espíritu latinoamericano, de ser cálido, sin desmerecer otras culturas,  pero eso de querer acercarse, de tomar un mate, y entre todos, teníamos la certeza que nadie le quería hacer daño realmente lo respetan mucho y lo quieren mucho” enfatizó Deborah.

 

De aquí en adelante

 “Me he replanteado que los laicos estamos para ser protagonistas de nuestros ámbitos, y que tenemos que transformar la realidad con los valores del evangelio. Eso me resuena en la cabeza”, dijo Patricio consultado sobre cómo hacer “carne” todo lo pedido por el Santo Padre.

“Volvés renovado, cargado de pilas, tenés otra energía, con más impulso para las actividades pastorales y uno encara la vida de una manera diferente”, concluyó Damián Osacar.

Por su parte, Ezequiel expresó, “ahora viene la parte más difícil que es  llevar todas estas enseñanzas a la práctica. Arrancaremos cada uno por lo más cercano, por la familia, por el que está alejado de la Iglesia, luego en las comunidades. Me gustó que lo mismo que nos dijo el Papa a nosotros también se lo dijo a los obispos, así todos los miembros de la Iglesia, tenemos que salir, a pescar a los hombres, como dice la canción. Esa es nuestra misión”.

“Tratar de contagiar esta alegría que tenemos dentro con la certeza que se puede hacer un poco por el otro, cuidar a los demás, de aceptar al prójimo como es, y tratar de que en los actos más pequeños, en la vida diaria, en el trabajo, la familia, el colegio, en cualquier lugar transmitir que la fe en Dios y el amor por el otro”, resumió Deborah, concluyendo.

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