Arte y Cultura, Música

Rock para todos

On the rock. El recital de anoche habrá que descolgarlo del techo del polideportivo: sonó fuerte. (Foto: Francisco Mendes. Gentileza Diario El atlántico)

Con Los divinos y con un polideportivo casi lleno se terminó la espera: a las 21:30 del sábado 9 de octubre el mismísimo Andrés Calamaro estaba sobre el escenario comenzando a desandar su caravana de hits. Hasta ahí uno dudaba, por ahí en vez de Calamaro nos habían mandado a uno de esos que hacen tributos en bares de pizza y cerveza, aprovechando la onda que tiene mardel-cover. Pero no, era “el salmón”, la lengua popular del rock nacional que en media hora arrojó sin descanso Los divinos, Jumping Jack flash de los Rolling en fusión con El salmón, Mi enfermedad, Sin documentos y Carnaval de Brasil, antes del primer “hola Mar del Plata”. ¿Quién se puede dar semejante lujo?

No sólo para el público fue un reencuentro. Así se lo sintió en el propio Calamaro, quien aseguró no volver a pasar “trece años sin volver a Mar del Plata”. El cantante dio lugar a una serie de frases, siempre en vínculo con las playas que vino a visitar: recordó que era la ciudad de Guillermo Vilas y Astor Piazzolla, pero además pidió “basta de teatro de revista, basta de turistas; declaremos a Mar del Plata ciudad de interés estrictamente rockero”. Y, como lo viene haciendo desde hace unos años, la rockeó con toda la energía. Fue un recital casi sin baladas, o con baladas electrificadas (Paloma, Crímenes perfectos). Al show de anoche habrá que descolgarlo del techo del polideportivo.

“El salmón” presentó una formación con tres guitarras, un bajo, batería y teclados: Julián Kanevsky, Diego García, Candy Caramelo, “El Niño” Bruno y Tito Dávila forman una verdadera selección de rock, sobre la que Calamaro construye su rol de showman. Casi no hubo en esta ocasión devaneos tangueros como ocurre cuando se presenta en Capital, ni tampoco sesiones blueseras: así como su último disco se llama On the rock, esa es la intención de esta gira que emprende por todo el país. Nada de virtuosismos, nada de excesos; clásico, puro y duro rock en busca de la canción perdida. Y en las dos horas y cuarto de show que brindó, lo logró: fue un recital sin baches, sólido, rabioso, preciso. Incluso se aplicó bien su cumbia-rock con los hits: Tres marías, Sin gamulán y Tuyo siempre.

Del disco nuevo repasó bastante, de lo hitero (Los divinos, Tres marías), de lo hermoso (la bellísima Todos se van) y de los político (El perro, la adictiva Flor de samurai). Pero Calamaro sorprende de repente sacando a relucir algunos temas de El salmón como Revolución turra, Output input, All you need es pop o su parte menos hitera de Honestidad brutal con Más duele o Alta suciedad con Comida china. Los recitales para Calamaro son como aventuras antropológicas: al tener un repertorio tan extenso y tantas caras para ofrecer, toma un poco de los Abuelos de la nada, otro tanto de Los Rodríguez y mucho del Andrés antes del Salmón y después del Salmón.

Lo interesante de sus shows se da en cómo recurre a algunas piezas poco transitadas, alimento favorito del fanático; y a la vez recorre los inevitables (Flaca, Paloma, Crímenes perfectos) con ligeras modificaciones de sus versiones originales. Calamaro se asume así como un karaoke humano, reversionándose a sí mismo y homenajeando a grandes referentes de la música popular: anoche fue el turno de Sandro (Rosa Rosa), Mercedes Sosa (Gracias a la vida), Carlos Gardel (Volver), Rolling Stone (Jumping Jack flash), Bob Marley (No woman no cry) y, especialmente, John Lennon con Imagine, en el día de su cumpleaños.

La primera parte del show cerró con Paloma, vinieron los bises y llegaron Estadio Azteca, Crímenes perfectos y Flaca. Cuando parecía que terminaba, Calamaro le dio el gusto a la tribuna y en vez de “uno más y no jodemos más” llegaron dos más y chau, buena suerte y hasta luego: Imagine y Canal 69, rockito Rodríguez para irse bien arriba. La vuelta del cantante no podía ser mejor: buena conexión con el público, mucho rock en estado puro, coritos (el más fuerte con Me estás atrapando otra vez), pogo (el más intenso con Mi gin tonic) y disfrute: Calamaro está predestinado a convertirse en el rockero número uno del país, en confundir su garganta con la del público. Esencia de cantante popular, rock para todos. Uno imagina que este no ha sido sólo un regreso, sino el comienzo de una bonita amistad.

Un comentario

  1. ¿Andrés Calamaro el Rockero Número 1 del país?
    ja ja ja ja, así anda este “ispa”, Patas para arriba!!!

    Me gustaría saber que es lo que entiende el o la cronista de esta nota por ROCK

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