Básquet, Deportes

¿Peñarol es Campazzo dependiente?

int-538595Facundo Campazzo, a pura acrobacia con la Seleción Argentina

Dicen que lo más difícil no es llegar sino mantenerse. En este caso existió una regularidad por años debido a la jerarquía de sus protagonistas. Actores de primera línea que hicieron de un club de barrio una Institución conocida a nivel mundial. Por sus títulos. Por sus jugadores, muchos de ellos de nivel internacional. Por sus decisiones, a la hora de contratar intérpretes de roce y no foráneos de poca monta que deambulan por las noches marplatenses como si esto fuera la zona roja de Amsterdam.

Ganar no es fácil. Pero cuando logras cumplir todos los objetivos en base no solo a sacrificio y amor propio, sino también a ese sentido de pertenencia. A esa competitividad que los humanos trasladamos a varios ordenes de la vida. A las ganas de esforzarse por el público, poco o mucho, que abona entradas por demás disparatadas para ciertos torneos. Al derecho divino que posee un deportista de elite que como pocos en nuestro país, pueden vivir de lo que les gusta y no de otros menesteres que se interpongan en su vida cotidiana. Este cúmulo de ideas fortalece el ego de los jugadores.

Tienen todo. Y dieron todo. Y la misma ciudad lo agradece. No se trata de ser partidario de un club o de otro. Deportivamente, y que se entienda el concepto, Mar del Plata es conocida en otras latitudes no por las proezas de Aldosivi. Que a manera de ascensor corretea por divisionales de ascenso malgastando el dinero en profesionales con falta de teflón. No por las hazañas de Alvarado en torneos del interior. No por la apariciones a cuenta gotas de Quilmes en la Liga Nacional. Solamente atletas que corresponden a deportes con menos difusión han logrado ser la tapa de matutinos  y aunque sea por horas, disfrutar de esa orgullo de representar a nuestro medio. Nora Vega, Juan y Ovidio Curuchet, Inés Arrondo, Cristian Roso, Florencia Borelli, Horacio Zeballos, entre otros.

La cara por la ciudad la puso el básquetbol de Peñarol. Y eso es indiscutible. Pero a su vez hay que ser autocrítico. El “Milrayas” no pasa por su mejor momento deportivo y mucho se debe a la ausencia de su base titular, Facundo Campazzo.

Luego de lesionarse el cordobés de 22 años y máxima promesa del básquetbol argentino. Todo cambió. Nada fue igual en cuanto a entrega. A la hora de tomar decisiones acertadas. Miradas cruzadas dentro del campo entre compañeros. Hasta el orientador no pudo posicionarse como cabeza de grupo. ¿Algo se rompió? ¿El desgaste de años desnuda grietas entre los jugadores?

Son preguntas sin respuestas. Sin el base en cancha, el equipo de la ciudad logró solo dos triunfos y cayó en cinco oportunidades por la Liga Nacional. Demostrando errores de todo tipo y desconcentraciones fatales para el cierre de los juegos. Más dos caídas, una de ellas estrepitosa ante UIniceub de Brasil, por Liga Sudamericana.

¿Peñarol es Campazzo dependiente?

La respuesta te la brinda el desarrollo de los cotejos. No existe un conductor. Una figura que destapé defensas rivales. Un rapidito que desarme, a pura velocidad, la marca de protagonistas con mayor talla. Seguridad desde el perímetro. Confiabilidad desde la línea de sentencia. Asistidor claro, de ojos bien abiertos, y con el mapa de la jugada en la cabeza.

Nada de eso ocurre y hay que convivir con ello. Pero no pasando papelones perdiendo por más de 30 puntos o dejando pasar encuentros que a priori son ganables, con rivales accesibles por el presupuesto que manejan.

Lo más difícil no es llegar sino mantenerse. Pero para seguir estando en lo más alto hay que pelear con lo que se tenga a mano. De manera decente. Siendo contundentes desde lo anímico. No con miradas oscuras por una mala decisión en el rectángulo. Si todavía persiste la jerarquía es hora que aflore el buen juego con o sin la figura de Campazzo.

 

Gastón

www.mdphoy.com

 

 

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