Carta de Lectores

Nacional Buenos Aires: de la payasada al drama

blankA la toma del Colegio Nacional de Buenos Aires se acaba de agregar una nueva capa de absurdo, una especialmente gruesa. Recapitulando brevemente, la primera capa era un conjunto pequeño de alumnos decidiendo, en una asamblea que se autodeclaró representativa, la toma de una institución cuya cantidad de alumnos multiplica por 10 o 15 la de los miembros de la asamblea. La segunda capa estaba constituida por la abulia de las autoridades ante esta situación. La tercera (vamos en orden creciente de gravedad), por los padres que, llevándoles comida o ropa a los hijos y hasta armando comisiones propias, apoyaban activamente la toma y sus distintas iniciativas particulares. La cuarta capa de absurdo se reveló recientemente, la constituye un único hecho y es horrible.

Según parece, durante el primer día de la toma, que duró dos semanas, una chica, alumna del colegio y tomista ella misma, fue abusada por un compañero. No se conocen los detalles del abuso, mejor así. Por la intimidad de la chica y porque lo que importa en este caso no es tanto el abuso en sí mismo, hecho aberrante cualquiera haya sido su modalidad, como la reacción del resto de la comunidad del Nacional.

El rector, Gustavo Zorzoli, protagonista indiscutido de esta payasada gigantesca, denuncia, como denunció en otras oportunidades distintos eventos, dando a entender que él no podía hacer nada al respecto por más que fuera precisamente el rector, que durante la toma del Buenos Aires hubo un caso de abuso sexual, recién iniciada la medida de fuerza, y que ellos (las autoridades) llegaron a conocer ahora. No parece Zorzoli advertir ninguna relación entre su incapacidad como rector del Buenos Aires al momento de evitar esta toma y el hecho de haberse enterado de semejante catástrofe recién a las dos semanas de ocurrida.

-El Centro de Estudiantes del CNBA responde a la denuncia de Zorzoli, y la catarata de reacciones que suscitó en todas las redes sociales imaginables, en estos términos:

-En ningún momento fue intención del CNBA ocultar esta información: lo que se hizo fue respetar los tiempos de la víctima para salir a hablar, sin exponerla a una situación de la que ella no quería ser parte.

-Desde el primer momento el Centro de Estudiantes, a través de su Comisión de Géneros y Consejeros de Convivencia, se comprometió con la contención emocional de la estudiante.

-Apenas se supo de la situación, se resguardó la integridad de la estudiante, hablando con el abusador para pedirle que no viniera más a la toma para no generar una situación incómoda para ella. Además, al día siguiente de lo sucedido empezamos a redactar un Protocolo contra la Violencia de Género para el colegio.

La información fue indiscutiblemente ocultada, por las razones que fueran. Según parece, la chica abusada les relató a los dirigentes estudiantiles lo que le había pasado. Eso parece ser, dadas las circunstancias, lo más parecido posible a un pedido de auxilio, que los estudiantes deberían haber amplificado transmitiéndolo a las autoridades del colegio o incluso a la fuerza pública. No podemos saber cómo fueron las conversaciones entre la chica abusada y sus representantes estudiantiles. Estos últimos sostienen que ella no quería hacer pública la situación, pero ya lo había hecho. Ya que no iba a amplificar, entonces, ese pedido de auxilio, lo volvieron realmente estentóreo: le “pidieron” (?) al abusador que no viniera más a la toma para no generar una situación “incómoda” (?), y se pusieron a redactar un protocolo. El protocolo ya existía y era el siguiente: había que levantar la toma, alertar a las autoridades y a los padres de la chica abusada.

¿Por qué había que levantar la toma? Porque evidentemente no estaban dadas las condiciones de seguridad, ¿y por qué habrían de estarlo, en un edificio de miles de metros cuadrados íntegramente gobernado por adolescentes?, para que no pasaran cosas de este tipo. Cuesta creer que a los tomistas sólo los animara el deseo de la chica de proteger su privacidad; más bien parece prevalecer la intención de no poner en peligro la toma. Porque, en tiempos de Ni una Menos, una denuncia de este tipo habría significado la disolución inmediata de la medida de fuerza.

Hamlet Lima Quintana decía que, como el mundo es redondo, la izquierda y la derecha se terminan tocando en los extremos. En este caso, y respecto de hechos parecidos, un conjunto de estudiantes radicalizados replican las prácticas más nefastas de la Iglesia Católica.

Los estudiantes que tomaron el Colegio lo hicieron desconociendo los derechos de la enorme mayoría de sus compañeros, a saber, todos los que no estuvieron presentes en la asamblea. Es posible que el argumento proceda de este modo: “Tenés la posibilidad de estar en la asamblea, decidís no hacerlo, perdés tu condición de estudiante, o al menos para decidir respecto de esto”.

Lo llamativo en este caso es que la ilegalidad perpetrada, además de ser especialmente horrible por tratarse de un caso de abuso, afectaba a uno de ellos, a uno de los que estaban tomando, y aun así no constituyó razón suficiente para impedir la toma que, de haberles reconocido a sus compañeros los mismos derechos que a sí mismos, nunca debería haber sucedido. El hecho de que todos los alumnos del Buenos Aires, y del país, abracen la causa del Ni una Menos, al menos como postulado, termina de volver el panorama verdaderamente desolador.

La imbecilidad de los padres que apoyaron la toma queda puesta de manifiesto con una crudeza brutal, como lo queda la incapacidad radical de las autoridades educativas. No hay que tomar instituciones públicas. Pero mucho menos hay que apoyar esas tomas desde una posición de poder, sea paternal o institucional, porque son precisamente las personas que ocupan esas posiciones de poder las que deberán responder luego ante ilegalidades como el caso que nos ocupa. Un padre apoyó una toma, llevó unos empanadas y durante esa toma, en ese pequeño mundo sin adultos, una chica resultó abusada. No puedo ni quiero imaginarme cómo se debe sentir tanta vergüenza.

El autor es egresado del Colegio Nacional de Buenos Aires. Coautor de “La mala educación. ¿Qué pasó con la escuela en la Argentina?”.

Eugenio Monjeau

Infobae

Un comentario

  1. La víctima tuvo entereza,dignidad y coraje al denunciar la atrocidad cometida por un mayor de 18 años que desde los 16 puede votar,pero no puede-por indignidad-controlar su libido y cerrar la bragueta.
    El Centro de estudiantes sobrepasa el cinismo y complicidad con el victimario.
    Los padres de la víctima consensuaron/permitieron que su hija de 14 años participaran de la toma,durmiera en el CNBA,SE TOMARON MUCHO TIEMPO PARA HACER LA DENUNCIA PERTINENTE.¿Consevarán la Patria Potestad?
    Los padres del infame victimario ¿se hacen cargo de algo?
    Los padres que apoyaron la toma,llevaron comida y bebida a los usurpadores de un espacio público¿no serán indagados? Y punibles

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