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Monseñor Marino presidió la misa por la “Pascua” del siervo de Dios, Cardenal Eduardo Pironio

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Monseñor Marino: “Pironio era tal como se mostraba, capaz de grandeza y heroísmo”.

Con una nutrida participación de fieles, se realizó ayer la misa por el aniversario 16° de la “Pascua” del siervo de Dios, cardenal Eduardo Pironio, quien fuera el segundo obispo de Mar del Plata de 1972 a 1975. Se llevó a cabo en la Iglesia Catedral y fue presidida por monseñor Antonio Marino, actual obispo diocesano y concelebrada por parte del clero local, entre los que se encontraba el Padre Andrés Mangas, único sacerdote consagrado por Pironio en el tiempo que estuvo aquí como pastor. Durante la celebración, el obispo impulsó el cierre del proceso diocesano en la causa de beatificación y pidió dar a conocer cada vez mejor su figura y sus escritos.

Monseñor Marino, en un gesto de profunda significatividad, utilizó para la celebración el báculo que fuera de Pironio. Durante la homilía exaltó la figura del siervo de Dios y recordó su paso por el Seminario de Villa Devoto, donde tuvo la oportunidad de tenerlo como rector como tres años “quienes lo hemos conocido sabemos con qué frecuencia hablaba de la Cruz y de la Pascua, y de la paradójica alegría del cristiano sumergido en el misterio de Cristo. Las convicciones encarnadas en su vida, le permitían hablar espontáneamente con palabras que sólo pueden ser auténticas cuando llevan el respaldo de una coherencia que todos podíamos inmediatamente percibir”.

Más adelante, habló de su “pastoreo” en nuestra diócesis, “el cardenal Pironio honró con su presencia esta Iglesia particular de Mar del Plata, como su segundo obispo. Su recuerdo sigue vivo en personas que lo han conocido y se han beneficiado con su ejemplo y sus palabras. Imposible no quererlo. Aún sus críticos, que siempre los tuvo, debían reconocerle una grandeza. Quiso ser padre, hermano y amigo de todos, pues ese fue el carisma singular que el Espíritu de Cristo le otorgaba. Nadie, en verdad, pudo atribuirle la bajeza de un rencor, doblez en sus afirmaciones o falta de rectitud en la intención de sus actos. Aunque viviese interiormente desgarrado, él era tal como se mostraba, capaz de grandeza y heroísmo”.

“La diócesis de Mar del Plata, entre otras cosas, le debe el acierto pastoral de la Marcha de la esperanza, que desde hace cuarenta años se reitera en esta ciudad”, recordó monseñor Marino. “El Celam y América Latina contemplaron en él a un profeta de esperanza, lleno del optimismo sobrenatural de la Pascua. Su alegría no era superficial. Se nutría de la cruz y se expresaba en conductas heroicas. Su presencia en Roma, junto a Pablo VI y a Juan Pablo II, le dieron la oportunidad de desplegar una entrega ferviente en orden a impulsar sucesivamente la renovación de la vida consagrada y del apostolado de los laicos. Ni podemos olvidar que el papa Juan Pablo, a quien pronto veneraremos como santo, asumió la sugerencia de nuestro cardenal de instituir la Jornada mundial de la juventud”, expresó Marino.

Finalmente, el actual pastor de la Iglesia Católica de Mar del Plata, manifestó enfatizando “queridos hermanos: imposible aludir en una homilía a todos los aspectos de grandeza de este verdadero pastor. Como obispo de esta diócesis deseo  impulsar el cierre del proceso diocesano, dar a conocer cada vez mejor su figura y pensar en la divulgación, al menos fragmentada, de sus numerosos escritos”, concluyó.

Decenas de personas se acercaron previamente y después de la misa a un pequeño stand ubicado en la nave lateral de la Catedral y animado por jóvenes. Allí se podían encontrar fotos y textos para conocer más sobre la vida del Cardenal Pironio, y estampas con la oración para pedir por su pronta beatificación, también entregaban frases con sus pensamientos. Su imagen junto a la Virgen de Luján, atrajo a muchos fieles, quienes se alegraban recordándolo y expresando alguna anécdota del siervo de Dios, muchos otros se interesaban por conocerlos y varios escribieron sus recuerdos y pedidos de oración en un libro preparado para ese fin.

 

 

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