Carta de Lectores

Los adultos mayores son un nuevo actor político

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Nuevos interrogantes genera el envejecimiento poblacional: ¿cómo podrían incidir los adultos mayores en el futuro escenario electoral? ¿en qué medida es considerado este grupo como un actor político con particularidades y demandas específicas?

Los cambios demográficos son a su vez cambios políticos, económicos y culturales. El envejecimiento de la población argentina ha aumentado 7.5 puntos porcentuales durante los últimos 100 años. En 1895 los denominados “adultos mayores” constituían solo el 2,5%, lo cual resulta lógico, puesto que para ese entonces Argentina era un país muy joven y la expectativa de vida era muy baja.

Actualmente, según el Censo Nacional 2010, el número de personas mayores de 60 años asciende a 5.725.838, lo que significa casi un 15% de la población general. Estos datos comienzan a incidir de manera directa en los procesos electorales.

La legislación electoral obliga a votar a aquellos que tengan entre 18 y 69 años de edad. Es opcional para aquellos que tengan 16 y 17 años, y también lo es para los que tienen 70 años o más. Lo relevante es que, de los que están obligados a sufragar, el grupo de los que tienen entre 60 y 69 años representa un 12% del padrón.

Con aquellos de más de 70 años, los adultos mayores representan el 21% del padrón, es decir, 1 de cada 5 votos corresponde a esta nueva “multitud”.A esto debemos sumarle un proceso de transformación cultural altamente globalizado, en el que este grupo etario comienza a identificarse políticamente, más que con sus partidos tradicionales, con quienes resuelvan sus reivindicaciones: jubilación, acceso a la salud, educación, esparcimiento, etc.

La nueva generación de adultos mayores cuenta con una serie de requerimientos específicos en su trato y modos de comunicación que agregan, a los tradicionales intereses ya mencionados, un adecuado uso de la terminología, de las imágenes, de las ofertas de servicios, etc.Los estudios efectuados revelan que son pocos los partidos que han dirigido las estrategias comunicacionales del marketing político hacia los adultos mayores.

Las escasas propuestas efectuadas a este grupo no siempre contaron con herramientas específicas –sea en su contenido o en su forma- y la consecuencia de esta falta fue que no resultaron ser bien recepcionadas.El creciente empoderamiento de los adultos mayores, la denominada “revolución gris”, convoca inexorablemente la atención de sociólogos, comunicadores y estrategas políticos para comprender las implicaciones que tiene una sociedad envejecida.

Esta gran minoría requiere que se tengan en cuenta sus características, segmentaciones y necesidades, y ello implica una readecuación de los discursos y de la oferta de propuestas.El desafío consiste en poder reconocer a esta franja poblacional como actores políticos influyentes y actuar en consecuencia, dada la singular importancia que podrían adquirir a través de sus votos.

Norberto Luxardo

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