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Lombardo era un socialista vecinalista

Tal como lo decía don Alberto, el portero del edificio que me sirvió de casa en mi exilio madrileño, es difícil hacerse de amigos de grande. El activo y siempre impecable encargado sostenía que “Con los años los hombres se hacen más desconfiados y las amistades más dificiles. Por eso es que más vale conservar y cuidar los que se tienen de chicos” concluía el trajeado don Alberto.

 

Sin embargo, no es esa mi experiencia de amistad con Jorge Raúl Lombardo. Los casi treinta años de diferencia etaria, los distintos caminos y exilios, los amigos comunes lejanos, fueron las causales de un desconocimiento que a mi gusto duró demasiado. Nos hicimos amigos de grandes, yo pasando los cuarenta y el bordeando los setenta.

 

Igual sirvió. Su acompañar en distintas campañas partidarias, siempre dirigidas a reflotar al gran partido de la ciudad, el Socialista, junto con su profundo conocimiento de los problemas de Mar del Plata, nos unió. Me devoré sus libros, sus artículos y escuché sus opiniones sobre la forma de encarar la gestión municipal.

 

Estuvo a mi lado durante mi gestión de concejal y fue permanente consulta. Lo hizo generosamente, sin pedir nada: ni la plata, ni los honores le hacían perder el sueño. La vanidad no logró torcer su vocación socialista y su lucha por dejarnos una Mar del plata mejor.

 

En los últimos 10 años, lo encontraba en los cafés del centro con sus amigos de Logia tratando de encontrar respuestas para la ciudad y el hombre. Siempre afable, sonriente, como dándole gracias a la vida. por ser y estar. Su optimismo era fuerte como lo era su duda de un resurgir partidario.

 

Jorge era un socialista vecinalista que cada vez estaba más convencido en aquello del Estado Ciudad.

 

Se fue en paz. Sin reproches al encontrarse con aquellos que quiso y extrañaba tanto. Somos nosotros ahora los que ya empezamos a extrañarlo y a sentir que con su ausencia se fue un pedazo de la ciudad.

 

¡¡Hasta la victoria Siempre, Jorge!!

 

Eduardo Romanín

 

 

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