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Langostino: todos se van al sur; es como descubrir oro

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El impacto en la flota pesquera local que ubica a la actividad en el octavo complejo exportador del país. La obsolescencia de las embarcaciones, el escaso consumo interno y la participación de otros países en la explotación, fueron analizados por  Sofía Diamante para La Nación, en un contexto donde aborda también otros aspectos que inciden en esta actividad que registra un importante nivel de crecimiento a pesar de políticas que no acompañan el esfuerzo, provocando el desplazamiento hacia el Sur de la flota pesquera y la industria del tratamiento y el envasado.

La nota lleva como título “Crece la actividad pesquera gracias al langostino” y dice textualmente:

La captura del crustáceo rosado se triplicó en los últimos años; es una industria que genera millones de dólares en exportaciones, pero tiene poca repercusión en el mercado interno por el bajo consumo

Lionel Messi no es el único argentino que se supera cada año. La captura de langostinos en el país también continúa rompiendo récords de exportación y ya le genera al país divisas por más de un millón de dólares. Este 2017, particularmente, los pescadores hablan de una “temporada excepcional” y, según datos del Indec, los desembarques del crustáceo rosado aumentaron un 37,9% con respecto al año pasado.

Capturados en su mayoría en el golfo San Jorge -entre Santa Cruz y Chubut-, la exportación de langostinos se triplicó en los últimos ocho años. El país pasó de vender al extranjero 53.834 toneladas en 2009 a superar los 160.742 el año pasado, según datos del Ministerio de Agroindustria.El crecimiento de la pesca del Pleoticus muelleri -la especie de langostino salvaje que se captura en el mar argentino- se da en un contexto donde en general, la industria pesquera está en ascenso y, según datos del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), en los primeros siete meses del año el sector presentó un incremento interanual del 24,6%.

Los moluscos (calamar principalmente) y los filetes (la merluza hubbsi) son las otras dos partidas que predominan también en las ventas de pescado al mercado internacional, aunque el crustáceo, impulsado por el langostino, tiene un valor superlativo con respecto a los otros.Además de los factores naturales -un cambio de corriente y de temperatura, una reducción de la biomasa y la captura excesiva de merluza, que hizo crecer la reproducción de langostinos-, en los últimos años, la industria pesquera vivió una transformación gracias a las políticas de protección del recurso. De la mano del Instituto Nacional de Investigación Pesquero (Inidep) -el “Conicet de la pesca”, según dicen- se comenzaron a implementar prácticas pesqueras responsables para que la especie sea detectada.

“El langostino es un crustáceo que se pesca a ocho y nueve grados de temperatura, entre los 80 y 100 metros de profundidad. Tiene una vida promedio de un año y medio, donde nace, se reproduce y muere. Si no se lo pesca en ese tiempo ya no sirve, pero si se lo captura en los primeros meses de crecimiento, no se lo deja reproducir y además es muy chico y el precio en el mercado internacional es menor, porque tiene menos carne”, explica Miguel Glikman, director de Newsan Food, el principal exportador de pesca de la Argentina, y agrega que la temporada alta de captura es entre mayo y octubre.El Inidep se ocupa de dividir el mar en cuadrículas con las diferentes zonas de veda para la preservación del animal. Con un monitoreo satelital se puede controlar en qué área está operando cada embarcación y se levanta una multa a quien no respeta el tiempo de reproducción del animal. Sin embargo, en un informe presentado por la entidad, se advirtió que los actuales niveles de captura podrían estar “relacionados con el aumento de la tasa de explotación y no necesariamente con un aumento en la disponibilidad del recurso”.

De espaldas al mar

A medida que la industria pesquera crece, y se convierte en el octavo complejo exportador más importante de la Argentina, los desafíos a mejorar se hacen más visibles. Como en casi toda la economía doméstica, la baja productividad y los altos aranceles que pagan los productos argentinos en el exterior son dos factores a mejorar para que el crecimiento del sector sea sostenible en el tiempo.

“Es necesario mejorar las negociaciones bilaterales. Para ingresar el producto en China se debe pagar un 18% de impuesto; a la Unión Europea, un 12%, y a Estados Unidos, un 4%. Mientras que hay empresas chinas que pescan en el mar argentino y no pagan arancel por los calamares que capturan y después llevan a su país”, señala Glikman.

La obsolescencia de la flota es otro factor a resolver para lograr ganar mayor competitividad en la industria. Las tres principales embarcaciones que capturan langostinos son los Congelados (barcos grandes que procesan el animal a bordo y luego lo venden como producto premium), los Pesqueros de altura (procesan en tierra y están entre tres y cuatro días en el mar) y los Costeros (salen por el día, son más chicos y generalmente están pintados de amarillo, donde se los puede encontrar en el puerto de Rawson). Se calcula que, en promedio, los buques argentinos tienen una antigüedad de 36 años.

“En la Argentina, la flota es obsoleta en todos los medios: la pesquera, mercante y la de la Armada. Los buques están diseñados para pescar de una manera, pero después los transforman o los adaptan para lo que necesitan. Es una industria que genera millones de dólares en exportaciones, pero que en el mercado interno no tiene ninguna incidencia, porque se consume muy poco. La Argentina es un país con pesca, no un país pesquero. España, además de pescar, come”, comenta Rafael Guiñazú, oficial docente en la Escuela Nacional de Pesca en Mar del Plata.

Si bien la demanda interna registró una expansión en el acumulado a agosto de 2017 -una suba del 10,4% frente a igual período del año pasado, según datos de la consultora Investigaciones Económicas Sectoriales (IES)-, el consumo por habitante llegó a 8,9 kg, lejos, por ejemplo, de los 40 kg per cápita que comen en Japón. El país exporta más del 90% de los langostinos que se capturan.

“Se consume muy poco internamente y eso hace que la sociedad no esté tan pendiente de lo que pasa en el sector. Las empresas, en cambio, ganan todo exportando y en general la pesca no tiene mucho valor agregado, se vende todo como commodities”, manifiesta Guiñazú, que está hace 40 años en la actividad marítima.

Como marplatense y formador de oficiales de buques de pesca, el docente indica que lo que ocurrió con los langostinos es como “si hubieran descubierto oro”. “Es la fiebre por el langostino; muchos alumnos no quieren bajar a tierra para terminar sus materias. Para los del sur es una muy buena noticia, pero es una sábana corta, acá en Mar del Plata todos los barcos se van para allá. Entonces destruimos la industria del procesamiento y no hay materia prima para los fileteros. Así terminamos generando crisis. Tiene que haber una política pesquera consecuente”, concluyó.

 Sofía Diamante

Diario La Nación

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