Chiche Duhalde, no anduvo con vueltas en el apogeo del kirchnerismo, menos lo iba a hacer ahora en el perigeo de los K. Asume con autocritica, el papel del P.J en estos 31 años de democracia y descarga artillería pesada sobre el gobierno del matrimonio Kirchner.
Hilda González de Duhalde, vuelve activamente a la política con la aspiración de convertirse en gobernadora, en la seguridad que deberá hacerlo a través de un frente con coincidencias programáticas dado que los grandes partidos se han diluido en el país.
¿Hay relación entre el miedo al poder y las necesidades de los bonaerenses, sometidos a la Nación, significa una independencia económica más que política?
No es una independencia económica, nuestro país es federal aunque no parezca, lo que tiene que recuperar son los recursos que le corresponden a la provincia y para exigirlos hay que hacerlo desde un lugar de poder. Los gobernadores pareciera ser que no saben que para modificar el tema de la coparticipación si ellos se reúnen todos y se ponen de acuerdo se logra. Lo que sucede que hay miedo en la Argentina y hay que perderlo porque esta gente ya se va y no tiene vuelta.
¿Scioli tiene miedo a irse del kirchnerismo?
La verdad no lo sé porque, lo cierto es que en cada una de sus manifestaciones las hace de manera partidaria desde el kirchnerismo.
En ese contexto el justicialismo está muy diluido, creo que también hubo una estrategia del kirchnerismo que fue diluyendo los grandes partidos argentinos. La transversalidad, como por ejemplo la fórmula Cristina – Cobos. Todo eso fue diluyendo, hoy los partidos que son una herramienta fundamental para definir la línea ideológica, que encierra cada uno no existen, todos se parecen. Vamos a frentes electorales que existen en Chile, Uruguay… Hay distintos países que mostraron estos frente exitosos, pero siempre con una ideología que los nuclea, nuestro partido o se reconstruye o desaparece prontamente.
¿Considera que la sociedad esta fatigada del peronismo?
Esta fatigada de la política. Pareciera ser que no le resuelve los problemas. El peronismo ha tenido al menemismo, que a mi criterio dejó de lado las banderas tradicionales y al kirchnerismo que también pero desde otro lugar. En la etapa de Menem, los consensos de Washington habían instaurado en Latinoamérica un modelo que se llamó neoliberal, el presidente se enamoró del aquel modelo y lo siguió hasta las últimas consecuencias y así nos fue. Luego llegaron los Kirchner, y su señora (por CFK), con un progresismo trucho. Progresismo es el chileno, el uruguayo, el de Evo en Bolivia. ¿Cómo puede ser que nosotros miremos desde acá que a esos países? Que no tienen inflación, que tienes acceso al crédito barato, que la gente se vaya de nuestro país para trabajar. Como puede ser que Argentina mira como esos países sin descalificar, pero estuvieron en peor condición que nosotros, y que hoy se conviertan en países atractivos. Quiere decir que el peronismo tiene una enorme responsabilidad porque en 31 años de democracia gobernó más del 70%.
¿Qué fuerza política sería la más cercana a esos países que usted nombró?
Por distintos caminos han logrado los mismos objetivos los países de Latinoamérica. Cada uno encontró dentro de su ideología algunas cuestiones que tienen que ver con la gestión y las han llevado adelante. Y los que han venido las continuaron. Cuando una mira a Brasil, Cardoso, el gran inventor de los programas sociales porque su mujer los creo. Y después le siguió Lula, nada que ver ideológicamente, y los continua. Quiere decir que esos países aprendieron mucho antes que nosotros de las necesidades de la continuidad de las políticas sociales. En los países desarrollados hay dos fuerzas políticas importantes y alguna tercera de menor nivel que compiten donde claramente queda diseñada una plataforma electoral y quedan concebidas las ideas. Esos países funcionan así. En el nuestro no, tanto el radicalismo como el justicialismo van diluyéndose. Massa uniéndose con Morales y la gente dice, ¿dónde están las ideas? Me parece importante no sé si se puede lograr, que se pueda recuperar las ideas de los partidos para poder expresarse en las urnas. Porque son nada más que una herramienta electoral poniéndose de acuerdo por supuesto en cinco o seis puntos básicos, que cualquiera gane lo lleve adelante porque no podemos discutir qué tipo de seguridad o salud queremos para la Argentina, lo tenemos que hacer y ponernos de acuerdo.
¿Su esposo cuando fue presidente dijo que la Argentina estaba condenada al éxito?
Y lo sigue sosteniendo. Lo que pasa que él lo mide en tiempos históricos y nosotros, los más terrenales, creemos que cuando se termina nuestra vida se termina la historia. Los procesos históricos son largos, creo que las siete plagas de Egipto que tenemos hoy se terminan. Y con cualquiera que sea presidente vamos a entrar en una etapa de diálogo, de moderación.
¿Cómo ve a la ciudad?
Tiene el mismo problema que los distritos del conurbano. Mucha gente empobrecida que viene por el verano se termina quedando. A mí me sorprendía cuando muchos chicos de los barrios me decían que no conocían el mar. Creo que el tratamiento es parecido en los grandes centros urbanos y Mar del Plata, hay muchas coincidencias.
Además tienen que mejorar todo lo que tienen al alcance de la mano. Lo que tiene que ver con la producción ya que ustedes tienen una costa marítima impresionante, lo que hay que dejar hacer es dejar de poner trabas inútiles.
¿Mantiene contacto con Adela Segarra?
No lamentablemente. Fue una gran colaboradora mía. Nunca quise que Kirchner llegara, pero no tenía fuerza para imponer nada y en el 2005 me planté frente al kirchnerismo porque veía que iba contra las instituciones. Como la economía funcionaba y la víscera más sensible sigue siendo el bolsillo, la gente siguió votando al kirchnerismo pero yo se los avisé y no me hicieron caso.
¿Por qué ha bajado el nivel de protesta de Barrionuevo y Moyano?
Ellos sabrán, con el gremialismo no tengo nada que ver. Muchas veces no sirven demasiado las grandes huelgas, pero tiene que elevarse la conciencia de la gente, que tiene que saber cuándo vota a quién lo hace.
