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El golpe de gracia a los teatros

Los espectáculos públicos musicales son un gran negociado político y económico, que en Mar del Plata tienen dueño y apellido. No tienen nada de gratuitos se pagan con la misma plata de hospitales públicos, servicio de policía, educación y justicia.

Son manejados como instrumentos políticos del repugnante uso de la demagogia y el populismo. Cristina, Scioli y Pulti hacen uso y abuso, pero esa es la técnica del manejo de los recursos públicos, que tiene también la procaz distribución de los subsidios, que ahora se pretende que no se traslade a las tarifas.

“Acá estoy esperando a los turistas” dijo Gerardo Sofovich, (cuya obra se exhibe en uno de los teatros del Hotel Provincial) un experto en borderaux. En la temporada anterior Javier Faroni y Rottemberg hicieron oír su queja a través del diario La Nación, no lo podían hacer a través del multimedios La Capital, donde esas notas son motivo de censura. “Sabíamos que estábamos ante una temporada difícil”, agregó “El Ruso”.

También en su particular estilo, Baby Etchecopar, el líder de la audiencia de madrugada en las radios porteñas y en las repetidoras en todo el país de Radio 10 (En Mar del Plata en FM 102.1 de 00.00 a 02.00) utilizó expresiones propias en su programa: “Mar del Plata está como el culo, a los teatros les va para el culo y yo a esta altura noestoy para ir a hacerme tirar la goma en un baño de un bar de Mar del Plata, para vender 4 entradas más”. “Baby” había anunciado su presencia en la cartelera marplatense en una sala del Teatro
Provincial, pero desistió finalmente de sus actuaciones que estaban programadas para viernes, sábado, domingo y lunes, auspiciado por un productor a quien se refirió como un socio de Aldrey Iglesias.

Pero además de la competencia desleal de los espectáculos públicos, hay otra razón de fondo, para leer comprensivamente el fondo de la cuestión. En primer lugar hay que tener el dinero para el pasaje o el combustible. Luego el gasto del alojamiento alquiler u hotel. La alimentación a la canasta, en restaurante o en la plaza. Lo que sobra es la inversión del turista en espectáculos cuya entrada podría ponderarse en los $ 100.-

¿Cuánto tiene que sobrar para ir al teatro o ver un espectáculo musical? Lo último que va a hacer el turista es ir a las salas, por estas razones, porque no tiene plata para viajar, porque no tiene plata para alojarse, porque no tiene plata para comer. Si en este simple cálculo de mercado, no es seria la inversión, aunque se quiera pecar de optimista.

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