A pesar de la información parcializada que se da desde los medios, las poblaciones están advirtiendo que el mal llamado conflicto palestino-israelí, es en verdad una invasión territorial, con una metodología carente del mínimo rasgo humanitario. En forma sostenida, vienen ocurriendo estos avances que intentan (y lo logran) reducir el territorio de Gaza y Cisjordania, incumpliendo cualquier resolución de las Naciones Unidas y violando cualquier acuerdo internacional. A esta altura cualquier pedido por la paz, cualquier manifestación de líderes mundiales contra estas atrocidades se reducen solo a eso: expresiones de deseo ante la crueldad manifiesta del gobierno israelí a través de sus fuerzas armadas.
En este sentido, como ciudadanos militantes de la paz, la no violencia y la diversidad nos estremecen los crímenes de niños que se dan a diario.
La infancia como la crianza de los niños es una construcción social, entendiendo que para que se pueda concretar, todos somos responsables a partir de constituirnos como sociedad, esa construcción debería permitir y garantizar el goce de su desarrollo y ejercicio pleno de todos los derechos que los niños poseen; derechos que se hallan muy bien redactados en convenciones o tratados avalados por organismos internacionales.
Parece increíble que tantos años de evolución, producción y teorización científica del hombre se esfuman ante estos hechos horrorosos donde muchas de las víctimas son niños y niñas. Y es que Gaza duele, duelen esos rostros y la muerte que invade y trunca infancias
Desde el Colectivo por la No Violencia nos sumamos al repudio, a la denuncia y convocamos a unir voluntades en todo el mundo para presionar a lideres sociales, políticos, referentes de la cultura y a todo aquel que tenga un mínimo de incidencia a poner toda la energía en condenar esta violencia despiadada ejercida por el Estado de Israel y sus cómplices. Asimismo convocamos a aquellos ciudadanos israelitas que repudian este genocidio, se oponen a la invasión y trabajan día a día por la paz.
El intento de aniquilar al enemigo mediante el uso de la violencia, sólo fortalece el odio, el deseo de venganza y el resentimiento en las poblaciones, como se ha demostrado a lo largo de la historia.
Sin duda alguna, la violencia es el problema, en ningún caso la solución, y hasta que esto no sea asumido por todas las partes implicadas, no habrá paz en Oriente Medio. Reconocemos aquí a la violencia en su forma más cruda: la violencia física, pero también nos referimos a la violencia religiosa, racial, económica y psicológica, que se puede reconocer en los muchos aspectos del conflicto.
El fin del conflicto en Oriente Medio es un desafío y un objetivo inmediato, para avanzar en dirección al diálogo y a la convivencia pacífica entre los pueblos palestino e israelita, sacando de allí a los mercenarios de la guerra, que la promueven desde poderosos intereses ajenos a la región.
En síntesis: Boicot económico al Estado de Israel, Repudio Internacional de líderes y referentes sociales, Resistencia y denuncia amplia y permanente.
Colectivo por la No Violencia