Más allá de gustos, la figura de Luis Alberto Spinetta resulta indiscutible: pionero del rock nacional, pero con el valor agregado de que trabajó por darle una identidad propia. Con el tiempo, se tomó el trabajo del solista tan en serio que casi se fue forjando en solitario, al costado de todas las modas. Pero, siempre vigente, su sonido es tan actual que nunca termina de convertirse en un clásico.
Con una seguidilla de álbumes que están entre lo más distinguido de su carrera -aún siendo muy diferente a la de sus comienzos- como Para los árboles, Pan o Un mañana, Spinetta llega a Mar del Plata en una etapa que lo encuentra entre la memoria y la necesidad de forjar un presente que se expanda en el tiempo. Este sábado a las 21:30 se presentará en la Sala Piazzolla del Auditórium (Boulevard Marítimo 2280).
Con una banda integrada por Claudio Cardone en teclados, Nerina Nicotra en bajo y Sergio Verdinelli en batería, el cantautor recorrerá temas de Almendra, Pescado rabioso, Invisible y Jade, algunas de las múltiples bandas que integró y que fueron el soporte para su estilizado rock and roll influenciado por tanto por la poesía como por la vanguardia musical.
Porque Spinetta es de esos artistas que se han convertido en un concepto. Con un sonido propio e identificable, ha atravesado el rock más distorsionado, la pose más trovadora, la experimentación con las nuevas tecnologías aplicadas al arte hasta este presente que es como una reconfiguración de su historia: los tiempos en un recital de Spinetta son jazzeados, alargados, habilitados por la suspensión del instante.
El recuerdo de su trayectoria lo llevó recientemente, sobre fin de año pasado, a un espectáculo en cancha de Ferro que duró más de cuatro horas y donde atravesó todos los estadios que tuvo como artista. Todos los tiempos suspendidos en un tiempo, características y autoconciencia que sólo les pertenece a los artistas que mantienen una coherencia y que trabajan desde la inteligencia.
