Arte y Cultura, Música

De príncipes, zares y monstruos

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Obra cumbre. Sergei Eisenstein visitó el pasado de su país con Iván, el terrible.

En el marco del ciclo de cine que coordina Diego Mengazzi en el Museo del Mar (Colón 114), este domingo a las 20 se verán Iván, el terrible y La conjura de los boyardos, dos obras consideradas “cumbre” en la carrera de su director, el indispensable Sergei Eisenstein.

Estos films protagonizados por Nikolai Cherkassov y Serafima Birman son dos partes de una misma historia que el director de Octubre y El acorazado Potemkin rodó entre 1943 y 1945. Allí se pueden observar dos características del cine ruso: por un lado los hallazgos formales y, por el otro, una revisión constante de su historia.

El siglo no parece haber pasado para los rusos en el cine. Con decir que 60 años después Alexander Sokurov, tal vez el autor más importante de aquella cinematografía aparecido en los últimos años, retoma algunas temáticas con El arca rusa, entre otras. Se trata de películas que seducen desde la forma pero que, además, requieren otro tipo de compromiso por parte del espectador.

Aquí, en la primera parte, se cuentan los hechos ocurridos en la Rusia del siglo XIV cuando el joven príncipe Iván, quien está cansado de permitir que los boyardos utilicen en provecho propio los asuntos del Estado, es coronado zar. Pero los boyardos envenenan a la esposa de Iván y este se retira a un monasterio.

Ya en la segunda parte, el zar Iván se convierte en el monstruo de crueldad que la historia conoce, mientras logra unificar el país. Pero los boyardos preparan una conspiración para derribarlo y colocar a Vladimir en su lugar. Es entonces cuando Iván se entera del envenenamiento de la zarina y de la traición que se conjura contra él, y decide tomar venganza.

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