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“Cristo en la cruz, nos amó hasta el extremo, hasta morir por amarnos”

Viernes santo_monseñor Marino_2014

Esta tarde, monseñor Antonio Marino, obispo diocesano presidió la celebración de la Pasión y Muerte del Señor en la Iglesia Catedral. Es un día de ayuno, abstinencia y sobre todo de silencio para los católicos. Los signos de la liturgia se cargan de alta significatividad. El altar no tiene mantel, el sagrario está vacio, la cruz, se tapa con una tela violeta, que luego se destapará en la celebración para dar paso a la adoración de la cruz.

Luego de la lectura de la Pasión y Muerte del Señor, reviviendo sus últimos momentos de vida, el obispo de Mar del Plata, pronunció la homilía y dijo, “ha entregado su espíritu, es decir su último aliento o signo de vida. No dice más nada. Pero ante el drama y la tragedia de la humanidad en su conjunto, el silencio de Cristo, el Verbo eterno, es más elocuente que cualquier palabra humana, nos dice mucho más que cualquier discurso sobre el dolor. La Palabra divina hace silencio porque ya nos dijo todo. Hace silencio para decirnos que Él asumió nuestro sufrimiento y lo llena de sentido y de valor”

“Queridos hermanos, hoy nos detenemos a mirar la Cruz de Cristo. No miremos en ella una derrota, sino el principio de un triunfo. No pensemos que es sólo un signo de sufrimiento. Lo es, por cierto, y el mayor de todos, porque como hemos escuchado: ‘Él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias  El fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados  y el Señor hizo recaer sobre él las iniquidades de todos nosotros’. Pero la cruz de Cristo es ante todo el triunfo del amor divino y humano al mismo tiempo, que se encuentran en el corazón del Hijo de Dios hecho hombre. No nos salvó por sufrir y morir, sino más bien por amarnos hasta el extremo, hasta morir por amarnos; nos redimió por su amor que no retrocedió ante el dolor y la muerte”, expresó monseñor Marino.

Finalmente, el pastor de la Iglesia Católica, refirió, “ante el mal y el dolor nuestro y el de los demás, hacemos todo lo posible por superarlo o aliviarlo. Ante lo inevitable y frente a lo que nos supera, nos abrimos a la voluntad de Dios y a su providencia. Nunca perdamos la mirada de la fe. Nunca desesperemos. Recibamos también nosotros a María en nuestra casa. Cuando su Hijo entregaba su espíritu, ponía el inicio de la nueva creación por la fuerza del Espíritu Santo. Ella nos entiende y nos conforta con su ejemplo. Ella nos socorre con el poder de su intercesión. Así podremos salir a consolar a otros. Como dice nuestro Papa: Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo”.

Luego de la homilía, se formularon las intenciones donde se rezó por la Iglesia, el papa, el obispo, por el pueblo judío, por los que no creen en Dios, por todos los que tienen necesidades como los enfermos, los emigrantes, prisioneros; entre otras. Se realizó el rito de descubrir la cruz, despojándola de la tela violeta que la recubrió, y después ingresó la imagen de la dolorosa. El obispo y todos los sacerdotes concelebrantes se inclinaron ante la cruz de Jesús, que pudo ser venerada al finalizar la celebración por todos los fieles que uno a uno fueron pasando hasta el altar mayor del templo.

Mañana sábado Santo, el obispo de Mar del Plata presidirá la Vigilia Pascual, que será a partir de las 21 también en la Iglesia Catedral. El domingo de Pascua, monseñor Marino presidirá la misa de las 11, aunque en el templo mayor de la ciudad, como cada domingo, habrá misas a las 8, 9, 10 y 12 y por la tarde 18, 19 y 20.

Oficina de Prensa | Obispado de Mar del Plata

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