Opinión

Asesinato del Subteniente Héctor Daniel Luján; ¡Señores, esto no da para más!

Una cámara ha filmado todo el desarrollo del asesinato. Sobran las palabras. Los ciudadanos hemos podido comprobar el increíble grado de debilidad que exhiben los uniformados a la hora de pretender hacer cumplir la ley, al extremo que un delincuente con absoluta facilidad evade la superioridad numérica policial -gracias a su menguado accionar como quedó evidenciado-, le quita el arma provista al Subteniente LUJAN y ante la impávida presencia de sus compañeros lo asesina sin miramientos.

Hace años que desde APROPOBA venimos alertando acerca de la falta de entrenamiento real y eficiente para el personal y de la necesidad de devolverle a los policías la seguridad jurídica indispensable, para cumplir con su riesgosa misión, sin dudas y sin miedos. Ya dijimos en esta misma página, que la legislación vigente mantiene a los uniformados encorsetados y excesivamente limitados en un angosto campo de acción, que por la naturaleza y complejidad del trabajo policial, lo expone permanentemente, a la desocupación, a la cárcel si en su defensa da un paso de más, o al cementerio si da un paso de menos, tal como ha quedado demostrado en el video del caso LUJAN. Y también dijimos que en estas condiciones de trabajo, además de mal pagos, cansados y maltratados, no se puede pretender mucho de estos hombres, que también son padres de familia, con todo su bagaje de problemas perpetuos, como todo trabajador que le ha tocado en suerte nacer y vivir en esta parte del mundo…

Y como no recordar que en varias notas de APROPOBA les hemos anticipado al gobernador y a todos los candidatos a sucederlo, como así a legisladores y políticos en general, que la compra de patrulleros nuevos, armamento, medios de comunicación y los mejores planes de seguridad, servirán de muy poco o nada si primero no se satisfacen las necesidades básicas del policía de carne y hueso, como sueldos, entrenamiento eficiente, prácticas de tiro, leyes adecuadas para su trabajo, descanso suficiente, asistencia social al herido y familiares.

Hasta el cansancio hemos dicho a las autoridades por todos los medios que nos fue posible, que el personal de seguridad no está en las mejores condiciones para prevenir y mucho menos para enfrentar a una delincuencia cebada, agrandada por la sobreprotección del propio Estado –el asesinato de Lujan es la prueba-, y cada día más violenta por el consumo de drogas. Hemos advertido también que la cantidad cada vez mayor de delincuentes tiene que ver con la legislación permisiva que garantiza la impunidad; se animan cada vez a más. La violencia cada vez mayor, se relaciona con el consumo de drogas y el resentimiento social de los marginados, en especial contra la policía como símbolo del estado.

Resentimiento exacerbado por el ataque indiscriminado que se hace a toda la fuerza desde distintos sectores, haciendo que los delincuentes asesinen policías como si fueran actos de justicia popular, que luego les prodiga reconocimientos y hasta privilegios en las cárceles, por parte de los demás presos. También denunciamos que cuando a la fuerza policial se la administra con injusticia; cuando se difama indiscriminadamente a sus integrantes; cuando se economizan recursos a costa de su entrenamiento y en desmedro de su vida, su salario o su asistencia social, entonces cunde la desesperanza y el desgano, como ocurre en cualquier organización humana, como lo acabamos de comprobar, una vez más.

Sepa el gobierno, anotíciense los funcionarios de todos los niveles, que los policías están agobiados, sin entusiasmo para servir y no existe la más mínima voluntad de regalar la vida a nadie y mucho menos a un delincuente criminal, al que el estado considera una víctima social merecedor de toda la conmiseración pública, mientras que a él lo desmerece y ante la adversidad lo abandona como carne para las hienas. Porque otra verdad también hay que decirla: si alguno de los policías hubiese aparecido en el video del caso LUJAN haciendo uso legítimo de la fuerza contra el delincuente, seguramente nuestro camarada estaría vivo, pero posiblemente todos los intervinientes estarían presos acusados de abusos, sus nombres serian titulares de los diarios y los tilingos de siempre estarían organizando marchas, reclamando renuncias y otra vez reformas policiales…

No nos han considerado nunca, lamentablemente. La indiferencia si bien se cobró con la vida de nuestro compañero Héctor Daniel LUJAN, la realidad es que todos los policías intervinientes fueron víctimas de este sistema perverso, que promete brindar seguridad a la sociedad hambreando y abandonando a su suerte a los funcionarios que deben cargar sobre sus espaldas esa tremenda responsabilidad. La seguridad es el servicio público más oneroso. No existe en el mundo policía eficiente que cueste poco…

Los hechos cuando se muestran en su más cruda verdad, no admiten ni dejan lugar para la “sanata” de costumbre. El ataque y asesinato del joven policía Héctor Daniel LUJAN es la prueba más contundente de que teníamos razón. Y este crimen tiene más responsables, con nombre y apellido. Por lo tanto debe haber un antes y un después. Dijimos que esto no da para más. Y no da para más porque la muerte evitable del camarada LUJAN no fue la única; y porque el incumplimiento del gobierno, como es el entrenamiento eficaz de sus policías, tampoco es el único, pese a que va llegando a su cuarto año de gestión, aunque no los vamos a enumerar ni detallar para no ser excesivamente reiterativos.

A esta altura, por la información que nos llega y que ya no es secreto para nadie, la fuerza policial se encuentra en un estado que podríamos describir como silenciosamente deliberativo. Reuniones secretas y reuniones cada vez menos secretas se llevan a cabo cada vez más frecuente, y en todas ellas los trabajadores policías dicen estar hartos de soportar la situación límite en la que han sido colocados y proponen medidas de acción directa, para obligar a las autoridades a oír, si fuese necesario con gritos, los reclamos que se niegan a atender de buenos modos.

Por amor a Dios!!! Las autoridades deben reconocer que están haciendo las cosas mal y comprender que ya no queda margen para los discursos; que el tiempo del reclamo en nuestra página de APROPOBA, en redes sociales y otros espacios está prácticamente agotado. Ya no hay más nada para decir. Que ahora es tiempo de hacer, porque más temprano que tarde -y parafraseando al viejo caudillo justicialista- los trabajadores policías “marcharan con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes…” como ocurriera en el trágico movimiento MOPOL, cuando el entonces Jefe de Policía fue echado del edificio a empujones por los oficiales sublevados y un Director General tuviera que huir arrojándose por una ventana. Este desgraciado episodio no deberá repetirse nunca más. Al respecto APROPOBA viene predicando desde siempre el reclamo en términos respetuoso y en el marco de las leyes, pero denunciamos que es el propio gobierno el principal provocador de eventuales reacciones desesperadas del personal. Indiferencia, injusticias, mentiras, promesas que se tornan burlas y estrechez económica, son el caldo de cultivo donde naturalmente fermenta la humana rebeldía.

Desde nuestra Asociación hacemos una exhortación dramática al Poder Ejecutivo provincial para que nos escuche y encare una pronta solución verdadera a los problemas que aquejan a  los trabajadores policías; y nos allane el camino para que nuestro Sindicato de hecho –APROPOBA- pueda obtener la ansiada y legítima personería gremial.

20 de Noviembre de 2011.

Jesús Evaristo Scanavino
Comisario (ra)
Secretario de Organización de APROPOBA

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